Serie “Orando por mis hijos”

 Tiempos oscuros y difíciles estamos viviendo. La sociedad colapsa en maldad y pecado. Nuestros hijos están siendo bombardeados a diario por un sistema corrompido y diabólico. Y… ¿Qué podemos hacer nosotras? ¡TENEMOS QUE ORAR! No hay otra opción. Recurramos a la oración.

No podemos seguir perdiendo el tiempo; debemos orar por nuestros hijos, debemos orar con ellos, debemos fomentar una cultura de oración en nuestros hogares. Enseñándoles a orar con la Palabra, declarando las Promesas del Señor sobre sus vidas.
Esta nueva Serie “Orando por mis hijos” de Soy una Princesa Guerrera, inspirada en mis hijos Samuel y Jahel; nos reta a orar y también a enseñar a nuestros hijos la importancia de la oración como base principal de nuestra relación con Dios, fundamentando nuestras oraciones y declaraciones en la Palabra del Señor.

Nota: Si tus hijos ya están grandes o viven lejos de casa, puedes igualmente orar por ellos. También puedes escribirles o llamarles a diario, compartiéndoles la “Declaración” sobre sus vidas y recordándoles que los estás cubriendo con tus oraciones.

Diana

Soy una Princesa Guerrera

A partir del 1ero de septiembre
Un mes de oración.


Jesús calma la tempestad

Marcos 4:35-41

“Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?”

Vientos que soplan con gran intensidad, provocando violentas e inesperadas tormentas. Ya has cruzado mares y enfrentado fuertes vientos, pero esta tempestad está causando pánico en tu vida.
Amada princesa guerrera, los discípulos de Jesús eran pescadores experimentados que durante toda su vida pescaron en el mar de Galilea, pero en esta oportunidad, también experimentaron pánico, se asustaron.
Una fuerte tormenta amenazó con destruirlos, y al parecer; según ellos, Jesús parecía no darse cuenta, ni preocuparse de lo que pasaba.
Cuando leemos este relato bíblico podemos pensar en las tormentas de nuestra vida, en cada una de las circunstancias que han provocado en nosotras ansiedad y desesperación; quitando nuestra atención de lo que realmente es importante: ¡Jesús está en la barca!
Princesa Guerrera, cualquiera que sea tu tormenta, tienes dos opciones: preocuparte y desesperarte, pensando que a Jesús no le importa o resistir, sacudir todo miedo y depositar tu plena confianza en Él.
Cuando el pánico quiera atraparte y socavar tu fe, confiesa tu necesidad a Dios y confía en que Él cuidará de ti.
¡No temas! Jesús calmará la tormenta.
Diana
Soy una Princesa Guerrera





RAZONES PARA LEER LOS SALMOS

Cuando usted quiera: Encontrar consuelo
Lea: Salmo 23

Cuando usted quiera: Encontrarse con Dios íntimamente
Lea: Salmo 103

Cuando usted quiera: Aprender una nueva oración
Lea: Salmo 136

Cuando usted quiera: Aprender una nueva canción
Lea: Salmo 92

Cuando usted quiera: Aprender más acerca de Dios
Lea: Salmo 24

Cuando usted quiera: Comprenderse a usted mismo con más claridad
Lea: Salmo 8

Cuando usted quiera: Saber cómo ir a Dios diariamente
Lea: Salmo 5

Cuando usted quiera: Recibir perdón de pecados
Lea: Salmo 51

Cuando usted quiera: Sentirse valorado
Lea: Salmo 139

Cuando usted quiera: Comprender por qué debe leer la Biblia
Lea: Salmo 119

Cuando usted quiera: Alabar a Dios
Lea: Salmo 145

Cuando usted quiera: Saber que Dios tiene las riendas
Lea: Salmo 146

Cuando usted quiera: Dar gracias a Dios
Lea: Salmo 136

Cuando usted quiera: Complacer a Dios
Lea: Salmo 15

Cuando usted quiera: Saber por qué debe adorar a Dios
Lea: Salmo 104

La Palabra de Dios se escribió para ser estudiada, comprendida y aplicada, y el libro de Salmos se presta más directamente a la aplicación. Comprendemos mejor los salmos cuando dejamos que nos caigan encima y nos empapen como la lluvia. Podemos ir a los salmos en busca de algo, pero tarde o temprano encontraremos a Alguien. Cuando leemos y nos aprendemos los salmos, gradualmente descubrimos que en gran medida ya son parte de nosotros. Expresan en palabras nuestros más profundas heridas, anhelos, pensamientos y oraciones. Poco a poco nos llevan a ser lo que Dios tenía pensado que fuéramos: gente que lo ama y vive para Él
Barton, Dr. Bruce B., Editore, Biblia del Diario Vivir, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1996





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Amor leal...

Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Rut 1:16

Amada princesa guerrera, cuando leemos el libro de Rut nos encontramos con muchos principios relacionados con la justicia y la piedad, la lealtad, la obediencia, la diligencia y la rectitud moral. Principios que nos  ayudan, si los ponemos en práctica; a relacionarnos con otras sobre la base del amor y a fortalecer los vínculos en nuestras relaciones con nuestra familia, amigas y hermanas en la fe.
Como hijas de Dios debemos practicar la lealtad, y mantener los compromisos que hayamos contraído con nuestras amigas, aun si esto representa algún sacrificio personal.
“Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios”… Hermosas palabras, que después de  unos tres mil años de haber sido pronunciadas por Rut, siguen impactando vidas. Una frase que describe un auténtico amor leal.
Como princesas guerreras estamos llamadas a imitar el amor leal de Rut, y a ponerlo en práctica con nuestra familia, amigas y hermanas en  la fe.
Estamos viviendo tiempos críticos, difíciles de sobrellevar para muchas. Por eso debemos demostrar un amor leal como el de Rut. Un amor que nos impulse a hacer el bien a pesar de tanta maldad. Un amor que no abandona, pese a las circunstancias. Un amor que se pruebe con hechos, no solo con palabras.
Si demostramos un amor leal como lo hizo Rut, y seguimos su ejemplo de humildad, agradecimiento, fortaleza y compromiso con aquellos a quienes decimos amar, seremos fuente de inspiración y podremos impactar a muchas con una fe viva.
DIOS TE BENDIGA
Con amor,
Diana

Soy una Princesa Guerrera


Amor leal...

Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Rut 1:16

Amada princesa guerrera, cuando leemos el libro de Rut nos encontramos con muchos principios relacionados con la justicia y la piedad, la lealtad, la obediencia, la diligencia y la rectitud moral. Principios que nos  ayudan, si los ponemos en práctica; a relacionarnos con otras sobre la base del amor y a fortalecer los vínculos en nuestras relaciones con nuestra familia, amigas y hermanas en la fe.
Como hijas de Dios debemos practicar la lealtad, y mantener los compromisos que hayamos contraído con nuestras amigas, aun si esto representa algún sacrificio personal.
“Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios”… Hermosas palabras, que después de  unos tres mil años de haber sido pronunciadas por Rut, siguen impactando vidas. Una frase que describe un auténtico amor leal.
Como princesas guerreras estamos llamadas a imitar el amor leal de Rut, y a ponerlo en práctica con nuestra familia, amigas y hermanas en  la fe.
Estamos viviendo tiempos críticos, difíciles de sobrellevar para muchas. Por eso debemos demostrar un amor leal como el de Rut. Un amor que nos impulse a hacer el bien a pesar de tanta maldad. Un amor que no abandona, pese a las circunstancias. Un amor que se pruebe con hechos, no solo con palabras.
Si demostramos un amor leal como lo hizo Rut, y seguimos su ejemplo de humildad, agradecimiento, fortaleza y compromiso con aquellos a quienes decimos amar, seremos fuente de inspiración y podremos impactar a muchas con una fe viva.
DIOS TE BENDIGA
Con amor,
Diana

Soy una Princesa Guerrera

¿Cómo reaccionamos ante el sufrimiento?

Si, ya sabemos cómo hemos reaccionado tú y yo ante el sufrimiento… Seguramente lloramos, nos sentimos solas, oramos, clamamos con desesperación, nos desanimamos, volvimos a llorar, sentimos morir, volvimos a llorar, hasta que despertamos y nos dimos cuenta que teníamos un lugar de refugio y esperanza en Jesús al cual acudir. Y encontramos amparo, consuelo y fortaleza en el Eterno.
Pero hoy no quiero escribir acerca de nuestros sufrimientos… Hoy quiero escribir acerca de nuestras reacciones ante el sufrimiento de las demás.
Amada princesa guerrera, hay muchas mujeres que están sufriendo profundamente.  Mujeres que están siendo probadas, procesadas, tentadas y estremecidas por grandes tormentas. Mujeres que están pasando por angustiantes adversidades y experimentando grandes necesidades. Mujeres que gimen de dolor y de angustia. Mujeres sumergidas en la soledad y heridas a morir. Mujeres sedientas, fatigadas de tanto andar de crisis en crisis. Mujeres que lloran, mujeres que necesitan una Palabra de Vida.
¿Cómo reaccionamos frente al sufrimiento de una amiga, de una hermana, de una vecina o compañera de trabajo?
¿Usamos palabras como?:
-         “Te lo dije”
-         “En algún momento eso iba a pasarte”
-         “Debes examinarte”
-         “Algo malo tienes que haber hecho”
¿O simplemente nos hacemos las indiferentes?
Amada princesa guerrera, no podemos golpear con palabras a aquellas que ya están lo suficientemente heridas… Debemos actuar con tierna misericordia.
No podemos ser indiferentes al dolor y sufrimiento de los demás… Debemos llorar con los que lloran.
Seamos humildes y compasivas como nos enseñó Jesús.
El Señor no nos ha llamado para juzgar a otras, ni criticar sus errores. Hemos sido llamadas a imitar al Maestro y hablar con autoridad, pero en humildad, compasión y misericordia.
La Palabra de Dios nos dice:
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. 2 Corintios 1:3 y 4
Cuando veamos a alguien sufrir, debemos recordar la manera en la que llegamos a los pies de Jesús y la ternura y compasión con la que Él sanó nuestras heridas. Debemos recordar que hemos sido consoladas para consolar.
Jesús nos animó con Sus Palabras de Vida cuando sentíamos morir. Él llego a nosotras con un mensaje de esperanza. Él vino a vendar nuestro quebrantado corazón.
Imitemos a Jesús… Invitando, con ternura y compasión, a aquellas mujeres que hoy sufren; haciéndoles un llamado a acercarse a Él y soltar sus cargas para refrescar su alma con Sus Palabras.
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. Mateo 11:28-30
Princesa guerrera, el amor de Jesús en nosotras debe motivarnos a actuar con compasión y a llevar consuelo a las almas abatidas y atribuladas. A levantar el ánimo de aquellas que están deprimidas y a fortalecer con una Palabra de esperanza a aquellas que sienten que ya no pueden más.
También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos. 1 Tesalonicenses 5:14
¿Cómo podemos ayudar a aquellas mujeres que sufren?
-         Diciéndoles que estamos preocupadas por ellas.
-         Recordándoles que son valiosas para Dios.
-         Hablándoles de la oportunidad que tienen de acercarse a Jesús y encontrar refugio y consuelo en ÉL.
-         Diciéndoles que Dios se interesa por los corazones quebrantados y los espíritus abatidos. Él provee consuelo.
-         Hablándoles con palabras de cariño y esperanza, así ayudamos a calmar el dolor de las que sufren.
-          Orando por ellas.
-         Escribiéndoles o llamándoles regularmente para que sepan que estamos al tanto de ellas.
-         Visitándoles para orar por ellas y darles una Palabra de aliento y fortaleza.
Amada princesa guerrera, espero en Dios que estas líneas de hoy hayan sido de bendición a tu vida y puedan motivarte a servirle al Señor en amor, humildad y compasión.
Lloremos con las que lloran y levantemos a las que están caídas.
Diana
Soy una Princesa Guerrera  


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