Si, ya
sabemos cómo hemos reaccionado tú y yo ante el sufrimiento… Seguramente
lloramos, nos sentimos solas, oramos, clamamos con desesperación, nos
desanimamos, volvimos a llorar, sentimos morir, volvimos a llorar, hasta que
despertamos y nos dimos cuenta que teníamos un lugar de refugio y esperanza en
Jesús al cual acudir. Y encontramos amparo, consuelo y fortaleza en el Eterno.
Pero hoy no
quiero escribir acerca de nuestros sufrimientos… Hoy quiero escribir acerca de
nuestras reacciones ante el sufrimiento de las demás.
Amada
princesa guerrera, hay muchas mujeres que están sufriendo profundamente. Mujeres que están siendo probadas,
procesadas, tentadas y estremecidas por grandes tormentas. Mujeres que están
pasando por angustiantes adversidades y experimentando grandes necesidades.
Mujeres que gimen de dolor y de angustia. Mujeres sumergidas en la soledad y
heridas a morir. Mujeres sedientas, fatigadas de tanto andar de crisis en
crisis. Mujeres que lloran, mujeres que necesitan una Palabra de Vida.
¿Cómo reaccionamos frente al
sufrimiento de una amiga, de una hermana, de una vecina o compañera de trabajo?
¿Usamos palabras como?:
-
“Te lo dije”
-
“En algún momento eso iba a pasarte”
-
“Debes examinarte”
-
“Algo malo tienes que haber hecho”
¿O simplemente nos hacemos las
indiferentes?
Amada
princesa guerrera, no podemos golpear con palabras a aquellas que ya están lo
suficientemente heridas… Debemos actuar con tierna misericordia.
No podemos
ser indiferentes al dolor y sufrimiento de los demás… Debemos llorar con los
que lloran.
Seamos
humildes y compasivas como nos enseñó Jesús.
El Señor no
nos ha llamado para juzgar a otras, ni criticar sus errores. Hemos sido
llamadas a imitar al Maestro y hablar con autoridad, pero en humildad,
compasión y misericordia.
La Palabra
de Dios nos dice:
Bendito
sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios
de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para
que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación,
por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. 2
Corintios 1:3 y 4
Cuando
veamos a alguien sufrir, debemos recordar la manera en la que llegamos a los
pies de Jesús y la ternura y compasión con la que Él sanó nuestras heridas. Debemos
recordar que hemos sido consoladas para consolar.
Jesús nos
animó con Sus Palabras de Vida cuando sentíamos morir. Él llego a nosotras con
un mensaje de esperanza. Él vino a vendar nuestro quebrantado corazón.
Imitemos a
Jesús… Invitando, con ternura y compasión, a aquellas mujeres que hoy sufren; haciéndoles
un llamado a acercarse a Él y soltar sus cargas para refrescar su alma con Sus
Palabras.
Venid a
mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad
mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi
carga. Mateo 11:28-30
Princesa
guerrera, el amor de Jesús en nosotras debe motivarnos a actuar con compasión y
a llevar consuelo a las almas abatidas y atribuladas. A levantar el ánimo de
aquellas que están deprimidas y a fortalecer con una Palabra de esperanza a
aquellas que sienten que ya no pueden más.
También
os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco
ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos.
1 Tesalonicenses 5:14
¿Cómo podemos ayudar a aquellas
mujeres que sufren?
-
Diciéndoles
que estamos preocupadas por ellas.
-
Recordándoles
que son valiosas para Dios.
-
Hablándoles
de la oportunidad que tienen de acercarse a Jesús y encontrar refugio y
consuelo en ÉL.
-
Diciéndoles
que Dios se interesa por los corazones quebrantados y los espíritus abatidos.
Él provee consuelo.
-
Hablándoles
con palabras de cariño y esperanza, así ayudamos a calmar el dolor de las que
sufren.
-
Orando por ellas.
-
Escribiéndoles
o llamándoles regularmente para que sepan que estamos al tanto de ellas.
-
Visitándoles
para orar por ellas y darles una Palabra de aliento y fortaleza.
Amada
princesa guerrera, espero en Dios que estas líneas de hoy hayan sido de bendición
a tu vida y puedan motivarte a servirle al Señor en amor, humildad y compasión.
Lloremos con
las que lloran y levantemos a las que están caídas.
Diana
Soy
una Princesa Guerrera
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