Una invitación para todos

31 de diciembre 2020


"En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno
tiene sed, venga a mí y beba."
Juan 7:37

La paciencia tuvo en el Señor su obra perfecta, y hasta el último día de la fiesta alegó con los judíos, así como en este último día del año alega con nosotros y espera mostrarnos su misericordia.

Admirable, en verdad, es la paciencia del Salvador, pues año tras año se muestra indulgente con algunos de nosotros, a pesar de nuestras provocaciones, de nuestras rebeliones y de nuestra
resistencia contra el Espíritu Santo.

¡Es una verdadera maravilla que todavía estemos en la tierra
donde se nos ofrece misericordia!

La piedad se manifestó muy claramente, pues Jesús clamó, lo que no solo implica el tono elevado de la voz, sino la ternura de su acento. Él nos suplica que seamos reconciliados. «Os rogamos, dice el apóstol, como si Dios rogase por medio nuestro.»

¡Cuán ardientes son estas palabras! ¡Cuán profundo debe de ser el amor que hace que Jesús llore por los pecadores y que, igual que hace una madre, invite a sus hijos a ir hasta su seno!

Ante el llamamiento de tal clamor, nuestros corazones acudirán gustosos.

Se hizo una muy abundante provisión. Todo lo que el hombre necesita para apagar la sed de su alma, le ha sido dado. La expiación lleva paz a su conciencia; el Evangelio lleva a su entendimiento la más valiosa instrucción; la persona de Jesús es para su corazón el objeto más noble de su amor; la
verdad «como es en Jesús» da a todo su ser el alimento más puro.

 La sed es terrible, pero Jesús la apaga. Aunque el alma esté pasada de debilidad, Jesús la puede restablecer. 

La proclamación se hizo para todos indistintamente.

Todo el que tiene sed es bienvenido. No se hace distinción. Lo único que se requiere es tener sed. 

Todo el que sufra de la sed de avaricia, ambición, placer, conocimiento o descanso, es invitado. 

Quizás la sed sea mala en sí misma, y no tenga ningún indicio de gracia, sino más bien de excesivo pecado que ansía hallar satisfacción. Sin embargo, tenemos que tener en cuenta que el Señor Jesús 
no extiende la invitación porque haya algo bueno en la criatura, sino lo hace espontáneamente y sin 
acepción de personas. 

Se proclamó muy ampliamente la personalidad de Jesús. El pecador tiene que ir a Jesús, y no a las obras, a los ritos o a las doctrinas. Tiene que ir a un Redentor personal, «el cual mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero».

 La única estrella de esperanza para el pecador es el Salvador que sangra, que muere y que resucita. 

¡Que Dios nos dé gracia para venir ahora y beber, antes de que se ponga el sol de este último día del año! 

Aquí no se sugiere ninguna espera ni ninguna preparación. Para beber no se requiere ninguna aptitud. El necio, el ladrón, la ramera, pueden beber; y, por lo tanto, la perversidad de carácter no constituye un obstáculo para que se invite a la gente a creer en Jesús. 

Para llevar agua al sediento no 
necesitamos ni copa de oro ni cáliz adornado con piedras preciosas. La boca de la pobreza está invitada a inclinarse y a beber abundantemente de este manantial. 

Los labios leprosos e inmundos pueden tocar la fuente del amor divino; al hacerlo así, no solo no la contaminarán, sino que saldrán de ella purificados.

 Jesús es la fuente de la esperanza. 

Querido lector, oye la cariñosa voz del querido Redentor, mientras clama a cada uno de nosotros: "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba."

Desde las Lecturas Matutinas de Spurgeon 📝


Siendo diamantes en manos del orfebre

30 de diciembre 2020

"Mejor es el fin del negocio que su principio"
Eclesiastés 7:8
Mira al Señor y Maestro de David. Observa su principio. «Despreciado y desechado entre los hombres; varón de dolores, experimentado en quebranto.»
¿Quieres ver el fin? Está sentado a la diestra del Padre, esperando a que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies. «Como Él es, así también somos nosotros en este mundo.»

Tú debes llevar la cruz, de lo contrario nunca te ceñirás la corona; has de pasar a través del lodo, de lo contrario nunca andarás por las calles de oro.

*¡Toma ánimo, pues, abatido cristiano!* «Mejor es el fin del
negocio que su principio.»

¡Mira cuán despreciable es la apariencia de aquella oruga que se arrastra! Ése es el principio de la cosa.

¡Mira aquel insecto con vistosas alas que juguetea a los rayos del sol y liba en las flores, lleno de vida y felicidad! Ése es el fin de la cosa.

Esa oruga eres tú, mientras estés en la crisálida de la muerte, pero cuando Cristo aparezca serás como Él, pues lo verás como Él es.

Alégrate por ser igual a Él, «gusano y no hombre», para que, como Él, te sacies cuando
despertares a su semejanza.

El diamante en bruto se pone en el torno del lapidario. Él lo corta en todos los lados. El diamante pierde mucho, que parece precioso.

El rey es coronado; se coloca la diadema en la cabeza del monarca, con alegres toques de corneta. En esa corona centellea un brillante rayo que procede justo del diamante que, hace un rato, el lapidario trató tan
despiadadamente.

Puedes compararte no más a ese diamante, pues tú eres un componente del pueblo de Dios, y éste es el tiempo cuando tienes que ser tallado.

Que la fe tenga su obra perfecta, pues el día cuando la corona sea puesta en la cabeza del Rey eterno, inmortal, invisible, un rayo de gloria saldrá de ti. «Ellos me serán un tesoro especial, dice Jehová, en aquel día.»

«Mejor es el fin del negocio que su principio.»

Desde las Lecturas Matutinas de Spurgeon 📝✨



El que nos ayudó, nos ayudará hasta el fin de la jornada

29 de diciembre 2020

"Hasta aquí nos ayudó Jehová"
1 Samuel 7:12

La expresión «hasta aquí» se asemeja a una mano que señala el pasado. Transcurrieron 20 o 60 años, sin embargo, «hasta aquí nos ayudó Jehová».

A través de la pobreza, la riqueza, la enfermedad y la salud; en la patria, en el extranjero; en la tierra, en el mar; en honra y en deshonra; en perplejidad, en gozo, en aflicción, en triunfo, en oración y en tentación, «hasta aquí nos ayudó Jehová».

Nos place mirar una extensa avenida de árboles. Es agradable contemplar de un extremo a otro la extensa perspectiva, parecida a un templo verde con sus pilares de ramas y sus arcos de hojas. Es igualmente agradable contemplar la larga avenida de tus años junto a las verdes ramas de misericordia que están arriba, y mirar los sólidos pilares de bondad y fidelidad que sostienen tus alegrías.

¿No hay en las lejanas ramas ningún pájaro que cante?

Pero esta expresión apunta también hacia adelante. Cuando un hombre levanta cierta señal y escribe en ella «hasta aquí», indica que aún no llegó al fin y que, por lo tanto, tiene todavía que recorrer cierta distancia.

Más pruebas, más alegrías; más tentaciones, más triunfos; más oraciones, más respuestas; más fatigas, más fuerzas; más luchas, más victorias.

Después vienen las enfermedades, los achaques y la muerte. ¿Y con esto se termina todo? ¡No!; hay más aún: el despertar a la semejanza de Jesús, los tronos, las arpas, los cantos, los salmos, los vestidos blancos, el rostro de Jesús, la compañía de los santos. La gloria de Dios, la plenitud de la eternidad y la inmensidad de la gloria.

Anímate, creyente, y con agradecida confianza levanta tu Ebenezer, pues el que te ayudó
hasta aquí, te ayudará hasta el fin de la jornada.

¡Cuán maravilloso es el panorama que la expresión «hasta aquí» presenta a nuestros ojos, cuando la consideramos a la luz del cielo!

Desde las Lecturas Matutinas de Spurgeon 📝✨



Latiendo con un solo pulso

28 de diciembre 2020

_"Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios"_
Gálatas 2:20

Cuando el Señor en su misericordia pasó cerca de nosotros y nos vio en nuestros pecados, lo primero que dijo fue: «Vive»; dijo esto primero porque su vida es una de las cosas absolutamente esenciales en los asuntos espirituales, y hasta que ella no nos sea concedida, somos incapaces de participar de las cosas del reino.

Ahora bien, la vida que la gracia confiere a los santos, en el
instante de su despertamiento espiritual, no es otra cosa que la vida de Cristo, que, a semejanza de la savia, corre del tronco a las ramas, que en este caso somos nosotros, y establece una viva
conexión entre nuestras almas y Jesús.

La fe es la gracia que conoce esta unión, pues ha procedido
de ella como su primer fruto.

La fe es el cuello que une el cuerpo de la Iglesia con su gloriosa Cabeza.

La fe se prende del Señor Jesús con firmeza y determinación.

Ésta conoce su excelencia y
su valor, y ninguna tentación podrá inducirla a poner su confianza en otro lugar.

Jesucristo se complace tanto en esta gracia celestial, que nunca deja de fortalecerla y sustentarla con el abrazo de amor y con el poderoso apoyo de sus eternos brazos. Aquí se establece luego una viva, sensible y agradable unión que deja correr ríos de amor, de confianza, de simpatía, de complacencia y de gozo, de los cuales tanto la esposa como el esposo les gusta beber.

Cuando el alma puede comprender claramente esta unidad entre Cristo y ella, puede sentir como si un solo pulso latiera para ambos y una sola sangre corriera por las venas de los dos. Entonces el corazón está tan cerca del cielo, como este puede estarlo de la tierra, y se prepara para gozar de la comunión más sublime y espiritual.



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Celebramos la venida del Salvador

25 de diciembre 2020


"He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel."
Isaías 7:14

Vayamos hoy a Belén, con los pastores y los magos veamos al que ha nacido Rey de los judíos,
pues nosotros, por la fe, podemos afirmar que tenemos interés en Él y cantar: «Un niño nos ha nacido, hijo nos es dado». Jesús es Jehová encarnado, es nuestro Señor y nuestro Dios; y al mismo tiempo es nuestro hermano y nuestro amigo. Adorémoslo y admirémoslo.

Notemos, en primer lugar, su milagrosa concepción. Nunca antes se había oído que una virgen concibiera y diera a luz
un hijo. «Jehová ha creado una cosa nueva sobre la tierra; una mujer obtendrá un varón.» La
primera promesa dice así: «La simiente de la mujer»; no dice: «el vástago del hombre». Ya que la osada mujer introdujo el pecado que nos trajo como consecuencia el Paraíso perdido, ella misma es la que por su Hijo nos introduce al Paraíso recuperado.

Nuestro Salvador, aunque era verdadero hombre, era, en lo referente a su naturaleza humana, el Santo de Dios. Por el poder del Espíritu Santo, nació de la virgen sin la mancha del pecado original que pertenece a todos los que son nacidos de la carne.

Inclinémonos reverentemente ante el Santo Niño, cuya inocencia devuelve a la naturaleza humana su antigua gloria. Oremos para que Él, que
es la esperanza de gloria, pueda ser formado en nosotros.

No dejes de notar su humilde parentela. El pasaje de esta mañana describe a su madre como a una simple «virgen»; no como una princesa o
como una profetisa, o como una matrona de cuantiosa fortuna. Es cierto que su linaje no era despreciable, pues sangre de reyes corría por sus venas; y que su mente no era frágil ni ignorante,
pues pudo cantar muy dulcemente un cántico de alabanza, pero, a pesar de esto, ¡Cuán humilde era su posición, cuán pobre el hombre de quien era prometida y cuán miserables las comodidades ofrecidas al Rey recién nacido! Así la pobreza quedó consagrada y los hombres de condición humilde son elevados a una posición de honor.

Todo creyente es un retrato de Cristo, pero un creyente pobre es el retrato mismo, puesto en el mismo marco de pobreza que rodea la imagen del Maestro. Nosotros juzgamos iguales todos los días, sin embargo, ya que el tiempo y la costumbre general traen hoy a nuestras mentes pensamientos relacionados con Jesús recordemos con gozo el glorioso nacimiento de nuestro
querido Redentor.

Para el alma renovada cada día debiera ser el cumpleaños del Salvador. En medio de todo lo que en las circunstancias del nacimiento de Emanuel es humillante hay mucho que es
honorable. ¿El nacimiento de quién fue alguna vez anunciado por una larga serie de profecías o ansiado por tantos corazones? ¿Quién sino Él puede gloriarse de tener un precursor que lo señale como el Hombre que había de venir? ¿Cuándo los ángeles cantaron a medianoche o cuándo Dios puso en el cielo una nueva estrella? ¿A la cuna de quién acudieron espontáneamente los ricos y los pobres, para llevar ofrendas sinceras y voluntarias?

¡Bien puede regocijarse la tierra; bien pueden los hombres dejar sus trabajos para celebrar el gran cumpleaños de Jesús! ¡Oh, Belén, casa de pan, nosotros vemos en ti, satisfechas para siempre, nuestras esperanzas! Él, el Salvador prometido tiempo ha, nos introduce en la edad de oro.

Que la alegría reine en este momento; que los cánticos consagrados y la dulce música del corazón acompañen a nuestras almas en sus éxtasis de gozo. El precioso nombre «Emanuel» es indeciblemente encantador. Es este un nombre apropiado para labios de querubines, pero, por la maravillosa condescendencia de Dios, sólo los hombres lo pueden pronunciar. Él no está tanto con los serafines como está con nosotros.

Dios está con nosotros, en nuestra naturaleza, en nuestra aflicción, en la obra de nuestra vida, en nuestra pena, en nuestro sepulcro y ahora, o más bien nosotros estamos con Él en la resurrección, en la ascensión, en el triunfo y en segunda gloriosa venida.

Que tengamos todos este día comunión espiritual con Emanuel. 🙌🏻✨

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Siendo pobre, nos hizo partícipes de Sus riquezas

24 de diciembre 2020

"Por amor a vosotros se hizo pobre"
2 Corintios 8:9

El Señor Jesucristo fue eternamente rico, glorioso y exaltado, pero «por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico». Como el creyente rico no puede ser sincero en su comunión con sus hermanos
pobres, a no ser que con sus bienes ministre sus necesidades, así también (ya que rige una misma ley tanto para la cabeza como para los miembros) es imposible que nuestro Señor Jesucristo pueda
haber tenido comunión con nosotros, a no ser que nos haya hecho partícipes de sus abundantes riquezas y se haya hecho pobre para hacernos ricos.

Si Él hubiese permanecido en su trono de gloria y nosotros hubiésemos seguido en las ruinas de la caída, sin salvación, la comunión habría sido imposible por ambas partes.

Nuestra posición de hombres caídos hace tan imposible que (fuera del pacto de gracia) haya comunión entre nosotros y Dios, como que la haya entre Cristo y Belial. Para que esa comunión pueda ser lograda, es necesario que el pariente rico otorgue sus bienes a sus parientes pobres, que el justo Salvador dé su perfección a sus hermanos pecadores y que nosotros,pobres y culpables criaturas, podamos tomar de su plenitud, gracia por gracia. Y así, dando y recibiendo, el uno desciende de las alturas y el otro asciende de las profundidades y pueden así abrazarse en sincera y cordial comunión.

La pobreza, antes de aventurarse a tener comunión, será enriquecida por aquel en quien están los tesoros infinitos; y la culpa, antes de que el alma pueda andar en comunión con la pureza, desaparecerá en la justicia impartida.

Jesús ha de vestir a su pueblo con sus propios vestidos, de otro modo, no puede admitirlo en su gloria; Jesús debe lavar a los suyos en su propia sangre, de otro modo, no podrán recibir su abrazo de comunión. 

¡Oh creyente!, aquí hay amor. Por amor a ti Jesús se hizo pobre para elevarte a la comunión con Él.

Desde las Lecturas Matutinas de Spurgeon 📝✨



Acercándonos reverentes al trono de gracia

23 de diciembre 2020

"Mas cuando fueres convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba; entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa."
Lucas 14:10

Es cierto que cuando empieza en el alma la vida de gracia, nos acercamos a nuestro Dios, pero lo hacemos con gran temor y temblor. El alma, consciente de su culpa y humillada por ella, se siente intimidada ante lo solemne de su posición; y consciente también de la magnificencia de Jehová, ante cuya presencia se halla, cae a tierra en profunda humildad. Ocupa así con sincera modestia el lugar más humilde.

Pero en la vida subsiguiente, a medida que el cristiano crezca en la gracia, el temor perderá su terror y se transformará en santa reverencia; y esto se realizará sin que el cristiano olvide lo solemne de su posición ni pierda aquel santo temor que debe acompañar al creyente
cuando esté en la presencia de Dios.

El cristiano es invitado a subir más arriba, a tener más amplio
acceso a Dios por Cristo Jesús. Entonces el hombre de Dios, andando en medio de los esplendores de la Deidad, y cubriendo su rostro como los gloriosos querubines con aquellas dos alas, que son la
sangre y la justicia de Jesús, se acercará reverente e inclinado en espíritu al trono de la gracia, y viendo allí a un Dios de amor, de bondad y de misericordia, percibirá más bien el pacto de Dios que su absoluta Deidad. Verá en Dios su bondad más bien que su grandeza; su amor más bien que su majestad. Entonces el alma, inclinándose aún, tan humildemente como antes, gozará de una más sagrada libertad de intercesión, pues mientras se postra delante de la gloria del Dios Infinito será confortada sabiendo que está en la presencia de la ilimitada misericordia y del infinito amor, y que es acepta en el Amado.

Así, pues, al creyente se le invita a subir más arriba y se le capacita para ejercer el privilegio de regocijarse en Dios, y de acercarse a Él con santa confianza, diciéndole:
«Abba, Padre».

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Nuestra fuerza no podrá nunca vencer Su poder

22 de diciembre 2020


"Yo soy tu Dios que te esfuerzo"
Isaías 41:10

Dios cuenta con una importante reserva de fuerzas para cumplir con sus compromisos, pues Él
puede hacer todas las cosas.💪🏻✨

Creyente, hasta que no agotes el océano de la omnipotencia, hasta que no rompas en pedazos las elevadas montañas de su fuerza todopoderosa, no tienes necesidad de temer.

No pienses que la fuerza del hombre podrá alguna vez vencer al poder de Dios. Mientras
permanezca la tierra, tienes suficiente motivo para estar firme en la fe.

El mismo Dios que hace andar la tierra en su órbita, que mantiene encendido el fuego del sol y que adereza las lámparas del cielo, ha prometido darte diariamente las fuerzas que necesitas.✨🙌🏻

Mientras Él sea capaz de sostener el universo, no temas que resulte incapaz de cumplir con sus promesas. Recuerda lo que hizo en los días de la antigüedad, en las generaciones pasadas. Recuerda cómo Él habló y fue hecho, mandó y
quedó firme. Él que creó el mundo, ¿se fatigará? Él cuelga el globo sobre la nada. El que hizo esto, ¿será incapaz de sostener a sus hijos? ¿Dejará de cumplir su palabra por falta de poder?

¿Quién es el que detiene la tempestad? ¿No es Él el que cabalga sobre las alas del viento, el que hace de las nubes su carroza y tiene el océano en la palma de su mano? ¿Cómo, pues, te puede faltar? Ya que Él
ha puesto en su Palabra una promesa tan fiel como ésta, ¿por qué deseas dar cabida en tu mente al equivocado pensamiento de que Él ha prometido más de lo que podía, y que en sus promesas ha ido
más allá de lo que puede cumplir?

¡Oh!, no, tú no puedes dudar más.

🙌🏻 ¡Oh tú, que eres mi Dios y mi fortaleza, yo creo que esta promesa se cumplirá, pues los ilimitados alfolíes de tu gracia nunca quedarán exhaustos, y los rebosantes depósitos de tu poder nunca podrán ser vaciados por tus amigos ni robados por tus enemigos!
💪🏻🙌🏻😌❤️


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Su pacto eterno es firme, sin principio ni fin.

21 de diciembre 2020


"No es así mi casa para con Dios; Sin embargo, él ha hecho conmigo pacto perpetuo, Ordenado en todas las cosas, y será guardado, Aunque todavía no haga él florecer Toda mi salvación y mi deseo."
2 Samuel 23:5
Este pacto es de origen divino. «Él ha hecho conmigo pacto perpetuo.»

¡Cuán grande es la palabra
Él! ¡Deténte, alma mía! Dios, el Eterno Padre, ha hecho, sin duda, un pacto contigo.

Sí, aquel Dios que creó el mundo con una palabra, se inclinó desde su majestad, tomó fuertemente tu mano e hizo contigo un pacto. ¿No es éste un hecho cuya estupenda afabilidad puede (si realmente lo entendemos) encantar para siempre nuestros corazones?

«Él ha hecho conmigo un pacto.» Aunque eso sería algo, no ha sido un rey el que ha hecho un pacto conmigo, sino el Príncipe de los reyes de la tierra, Shaddai, el Señor Omnipotente, Jehová de los siglos, el eterno Elohim.

«Él ha hecho conmigo pacto perpetuo.» Pero mira que este pacto es particular en su aplicación.

«Sin embargo, Él ha hecho conmigo pacto perpetuo.» En esto precisamente consiste la bondad de este pacto para cada creyente. A mí no me aprovecha nada que Él haya hecho la paz con el mundo; lo que necesito saber es si Él ha hecho la paz conmigo. A mí me vale poco que haya hecho un pacto; lo que yo necesito saber es si Él ha hecho un pacto conmigo.

🙌🏻 ¡Bendita es la seguridad de que Él ha hecho un pacto conmigo!✨

Si el Espíritu Santo me da esta seguridad, entonces su salvación es mía, su corazón es mío, Él mismo es mío: Él es mi Dios.

Este pacto es eterno en su duración. Un pacto eterno significa un pacto que no tiene principio y que no tendrá fin jamás.

¡Cuán agradable es saber, en medio de todas las incertidumbres de la vida, que «el fundamento de Dios está firme», y que ésta es su promesa: «No olvidaré mi pacto, ni mudaré lo que ha salido de mis labios». A semejanza de David proclamaré este pacto, aunque mi casa no esté en tan buena relación con Dios
como lo desea mi corazón.

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Las observancias exteriores dan consuelo temporal

18 de diciembre 2020

*Las observancias exteriores dan consuelo temporal*
"Rasgad vuestros corazones y no vuestros vestidos"
Joel 2:13

La rotura de vestidos y otros signos exteriores de emoción religiosa son cosas fáciles de hacer y frecuentemente resultan hipócritas. Pero sentir arrepentimiento sincero es más dificultoso y, por tanto, menos común.

Los hombres atenderán con buena disposición las multiplicadas y minuciosas
regulaciones ceremoniales, pues son cosas que agradan a la carne, pero la religión verdadera les resultará demasiado humillante, demasiado escrutadora del corazón y franca en demasía. Prefieren algo más pomposo, frívolo, y mundano.

Las observancias exteriores traen un consuelo temporal. En
ellas se engorda la vanidad, se hincha la justicia propia y se satisfacen la vista y el oído pero, al fin, esas observancias resultan engañosas, ya que en la muerte y en el juicio el alma necesitará confiar en algo que sea más real que las ceremonias y los ritos.

Aparte de la piedad verdadera toda religión es completamente vana. Toda forma de culto que no se ofrece sinceramente es una solemne farsa.

El quebrantamiento del corazón es una obra que realiza Dios y que el hombre siente profundamente.

Es un dolor misterioso que se experimenta personalmente, no como una mera formalidad, sino como una profunda y conmovedora obra que el Espíritu realiza en lo íntimo del corazón de cada
creyente.

Este no es un asunto del que meramente debe hablarse y en el que sólo hay que creer, sino
es algo que debe ser vivamente sentido por cada uno de los hijos de Dios.

El texto ordena rasgar nuestros corazones, pero éstos, de natural, son duros como el mármol. ¿Cómo, pues podrán ser rasgados?

🙌🏻Llevémoslos al Calvario. ❤️

Con la voz del agonizante Salvador las rocas se hendieron. Esa voz aún tiene poder.

¡Oh bendito Espíritu!, haznos oír esa voz de Jesús y nuestros corazones se rasgarán como los hombres rasgan sus vestidos en el día de su lamentación.

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Recordándolo, también, con mucho afecto

17 de diciembre 2020

..."Me he acordado de ti..." 
Jeremías 2:2
 
Notemos que Cristo se goza en pensar en su Iglesia y contemplar su belleza. Como el pájaro vuelve a menudo a su nido y el viajante se apresura para llegar a su hogar, así también la mente va siempre 
en busca del objeto de su preferencia. 

No podemos contemplar demasiado a menudo el rostro que amamos; deseamos tener siempre delante de nuestra vista las cosas que nos son queridas.

 Pasa lo mismo con el Señor Jesús. Desde la eternidad «sus delicias eran con los hijos de los hombres». Sus pensamientos se trasladaron al tiempo cuando sus elegidos nacerían en el mundo. Los vio en el espejo de su presciencia.

 Él dice: «En tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego
formadas, sin faltar una de ellas». Cuando el mundo fue formado, Él estaba allí: «Él estableció los términos de los pueblos según el número de los hijos de Israel».

 Antes de su encarnación descendió muchas veces a este suelo en semejanza de hombre; en el valle de Mamre (Gn. 18:1); junto al vado de Jaboc (32:24-30); bajo los muros de Jericó (Jos. 5:13) y en el horno de fuego ardiendo (Dn. 3:19, 
25), el Hijo del Hombre visitó a su pueblo. 

Su alma se deleita en los suyos, no vive tranquilo lejos de ellos, pues los ama entrañablemente. Nunca estuvieron ausentes del corazón de Jesús, pues Él ha 
escrito sus nombres en sus manos y los ha grabado en su costado.

 Como el pectoral –con los 
nombres de las tribus de Israel– era el adorno más brillante que llevaba el sumo sacerdote, así los nombres de los elegidos de Cristo constituyen sus joyas más preciosas que resplandecen en su corazón.

 Quizás nosotros olvidemos a menudo meditar en las perfecciones del Señor, pero Él nunca deja de recordarnos. Reprendámonos por este olvido y pidamos a Dios que nos dé la gracia para recordarlo con mucho afecto. 

Señor, graba en los ojos de mi alma la imagen de tu Hijo.

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Jesús va siempre delante, abriéndonos camino

16 de diciembre 2020


"Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar."
Mateo 11:28

El clamor de la religión cristiana está encerrado en esta dulce palabra: «Ven». 

La ley judaica dice duramente: «Ve, y mira bien por dónde caminas; si quebrantas los 
mandamientos, perecerás; si los guardas, vivirás». 

La ley era una dispensación de terror que atraía a los hombres con castigos, pero el Evangelio los atrae con cuerdas de amor.

 Jesús es el buen pastor que va delante, rogando a las ovejas que lo sigan y atrayéndolas con esta dulce invitación: «Ven». 

La ley aleja, el Evangelio atrae.✨

 La ley muestra la distancia que hay entre Dios y el hombre; el 
Evangelio pone un puente sobre aquel espantoso precipicio, y persuade al pecador a que lo cruce. 

Desde el comienzo de tu vida espiritual hasta que entres en la gloria, Cristo te dirá: «Ven, ven a mí». Jesús es como una madre que extiende su dedo a su hijito y lo invita a caminar diciéndole: «Ven». Él siempre va delante de ti, rogándote que lo sigas como sigue el soldado a su capitán.

 Jesús irá siempre delante de ti para abrirte el camino y quitar los estorbos de tu sendero, y
tú oirás su animadora voz que te invita a seguirlo por toda la vida. Y en la solemne hora de la muerte, éstas serán las dulces palabras con las que te introducirá en el mundo celestial: «Ven, bendito de mi Padre». 

Aún más: Esta invitación que Él te hace a ti, será (si eres creyente) la que tú le harás a Él: «Ven, ven». Tú anhelarás su segunda venida; dirás continuamente: «Ven presto, Señor Jesús».

 Ansiarás tener una comunión más íntima con Él. Cuando su voz te diga «ven», tú le responderás: «Ven, Señor, habita en mí. Ven, ocupa tú solo el trono de mi corazón; reina en él sin rival, y conságrame por completo a tu servicio». 

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El beso «exterior» es muy fácil y vale poco

15 de diciembre 2020


"¡Orfa besó a su suegra, mas Rut se quedó con ella."
Rut 1:14

Las dos amaban a Noemí; por eso salieron con ella cuando volvía a la tierra de Judá. 

Pero llegó la hora de la prueba. Noemí puso delante de cada una de ellas, muy desinteresadamente, las pruebas que les aguardaban, y les pidió que si deseaban tranquilidad y comodidad, se volviesen a sus amigos moabitas.

 Al principio las dos declararon que deseaban echar sus suertes con el pueblo de Dios. Pero después de una nueva consideración, Orfa, con mucho dolor y con un respetuoso beso, dejó a su suegra y, con ella, a su pueblo y a su Dios. En cambio Rut se entregó de todo corazón al Dios de su suegra. 

Una cosa es amar los caminos del Señor cuando todo nos va bien, y otra cosa es permanecer en ellos cuando estamos pasando por desalientos y dificultades. 

El beso de la profesión exterior es muy fácil y vale poco, pero la íntima unión con el Señor, que se manifiesta decididamente en favor de la santidad y de la verdad, vale mucho. 

¿Cuál es nuestra posición ante esta verdad? ¿Está nuestro corazón unido a Cristo Jesús? «¿Hemos atado sacrificios con cuerda a los cuernos del altar?» 
¿Hemos calculado el costo y nos hemos dispuesto formalmente a sufrir pérdidas terrenales por 
causa del Maestro? 

Si es así, lograremos una abundante recompensa, pues los tesoros de Egipto no pueden ser comparados con la gloria que ha de ser revelada.

 No sabemos nada más de Orfa. En medio de grata tranquilidad y de placeres idolátricos, su vida desaparece en la oscuridad de la muerte. Pero Rut vive en la historia y en el cielo, pues la gracia la ha colocado en la noble línea de
donde vino el Rey de reyes.

 Serán benditas entre las mujeres las que por amor a Cristo renuncian a todo. Pero olvido y peor que olvido recibirán las que en la hora de la tentación fuerzan sus conciencias y vuelven al mundo. 

Desde las Lecturas Matutinas de Spurgeon 📝

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El error engendra decadencia y trae ruina

12 de diciembre 2020

"Sus caminos son eternos"
Habacuc 3:6

Lo que Dios ha hecho una vez lo hará aun otra vez. Los caminos del hombre son variables, pero los caminos de Dios son eternos.

Hay muchas razones que nos convencen de esta consoladora verdad. Entre ellas están:

Los caminos del Señor son el resultado de su sabia deliberación. La acción
humana es frecuentemente la precipitada consecuencia de la pasión o del temor, y es seguida por el pesar y la mudanza. Pero no hay nada que pueda sorprender al Todopoderoso, ni que suceda distintamente de como Él lo ha previsto.

Sus caminos son el resultado de su inmutable carácter, y en
ellos pueden verse claro los eternos atributos de Dios.
A menos que el Eterno experimente algún cambio, sus caminos, que no son otra cosa que Él mismo puesto en acción, han de permanecer por siempre los mismos.

¿Es Él, eternamente justo,
misericordioso, fiel, sabio y tierno?

Entonces sus caminos tienen que distinguirse por las mismas excelencias.

Los seres obran de acuerdo con su naturaleza. Cuando esa naturaleza cambia, varía
también su conducta; pero ya que Dios no puede conocer ni sombra de variación, sus caminos permanecerán eternamente los mismos.

Además no hay causa exterior que pueda trastornar los
caminos divinos, pues ellos son la personificación de un poder irresistible. El profeta dice que
cuando sale para salvar a su pueblo, la tierra se hiende con los ríos, los montes tiemblan, la hondura
alza sus manos y el sol y la luna se paran en su estancia.

¿Quién puede detener su mano o decirle: qué haces?

Pero no es solo el poder lo que da estabilidad. Los caminos de Dios son la manifestación
de los eternos principios de la justicia, y, por tanto, nunca pueden perecer.

El error engendra decadencia y trae ruina, pero la verdad y el bien tienen en sí mismos una vitalidad que los siglos no
pueden reducir.

Acerquémonos confiados esta mañana a nuestro Padre Celestial.

Desde las Lecturas Matutinas de Spurgeon 📝



Confiando en Su promesa: "Yo soy contigo"

11 de diciembre 2020

Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.
1 Tesalonicenses 5:24
El cielo es un lugar donde no pecaremos más; un lugar donde dejaremos de vigilar constantemente
contra el infatigable enemigo, pues allí no habrá tentador que ponga trampas a nuestros pies. Allí el
impío deja de molestar, y el fatigado descansa.

El cielo es la «herencia incorruptible», es el reino de
perfecta santidad y de completa seguridad. Pero ¿no gustan también los santos que están en la tierra de esa bendita seguridad?

La Palabra de Dios enseña que cuantos permanecen unidos al Cordero están seguros, que todos los rectos perseverarán en sus caminos y que los que han confiado sus almas al cuidado de Cristo, lo hallarán fiel e inmutable preservador.

Sostenidos por esta doctrina,
aun en la tierra podemos gozar de seguridad; no, por cierto, de aquella sublime y gloriosa seguridad que nos liberta de todo error, sino de aquella que nos viene de la segura promesa de Jesús: que ninguno de los que en Él creen se perderá, sino estará con Él donde Él está.

Creyente, pensemos a
menudo en la doctrina de la perseverancia de los santos, y glorifiquemos la fidelidad de nuestro Dios, depositando en Él una santa confianza. Que nuestro Dios te haga sentir la seguridad que tienes en Cristo Jesús, que te convenza de que tu nombre está esculpido en sus manos y que te recuerde esta promesa: «No temas, que yo soy contigo».

Mira a Jesús, que es el gran Fiador del pacto, fiel y verdadero, y que por tanto, está interesado y empeñado en presentarte delante del trono de Dios en compañía de toda la familia elegida. Y al estar en tan dulce contemplación, beberás el zumo de las granadas del Señor y gustarás los delicados frutos del Paraíso.

Si puedes creer sin vacilación que «fiel es el que os ha llamado, el cual también lo hará», gozarás de
forma anticipada de los placeres que encantan a las almas de los santos.

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La muerte es, en verdad, una ganancia.

10 de diciembre 2020

*La muerte es, en verdad, una ganancia*

"Así estaremos siempre con el Señor" (1 Tesalonicenses 4:17)

¡Cuán breves y transitorias son las gratísimas visitas de Cristo! Por un momento nuestros ojos lo ven y nos regocijamos con gozo inefable y glorificado, pero al instante no lo vemos más, porque nuestro amado se aparta de nosotros. Semejante al gamo o al cabrito de los ciervos, salta Él sobre los montes escarpados.

Nuestro amado se ha ido al país de las especias y no apacienta más entre los lirios. ¡Oh cuán agradable es esperar aquel tiempo cuando no lo contemplaremos más desde cierta distancia, sino que lo veremos cara a cara; cuando no será como un viajante que permanece sólo una noche, sino que nos abrazará eternamente en el seno de su gloria; cuando no lo veremos por un corto tiempo, sino que «nuestros ojos por millones de años contemplarán absortos las bellezas del Redentor, y por miríadas de siglos lo adoraremos por los portentos de su amor!»

En el cielo no habrá interrupciones a causa de la ansiedad o del pecado; las lágrimas no empañarán más nuestros ojos; los negocios terrenales no distraerán nuestros felices pensamientos; nada nos impedirá contemplar con infatigables ojos al Sol de Justicia, ¡Oh!, si es tan agradable verlo aquí de vez en cuando, ¡cuánto más agradable será contemplar eternamente aquel bendito rostro, sin que jamás se interponga nube alguna y sin que tengamos que apartar de Él nuestros ojos para fijarlos en un mundo de fatiga y de ayes!

¡Bendito día!, ¿cuándo amanecerás? ¡Levántate, oh Sol de Justicia! Los goces de los sentidos pueden abandonarnos cuando les gusten, pues eso nos dará cumplida satisfacción.

Si morir es entrar en ininterrumpida comunión con Jesús, entonces la muerte es en verdad una ganancia, y la gota negra desaparece en un mar de victoria.

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Toda demora aviva y acrecienta nuestros deseos

9 de diciembre 2020

*Toda demora aviva y acrecienta nuestros deseos*

"Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto, será exaltado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios justo; bienaventurados todos los que confían en él."
Isaías 30:18

Dios tarda frecuentemente en responder a las oraciones. En las Escrituras tenemos varios ejemplos de esto. Jacob no obtuvo la bendición del ángel «hasta que rayaba el alba»; para conseguirla tuvo que luchar toda la noche.

La pobre sirofenicia esperó mucho antes de que su petición fuese contestada.

Pablo rogó tres veces al Señor que le quitase el «aguijón en la carne», y no recibió seguridad de que le sería quitado, pero, en cambio, recibió la promesa de que la gracia de Dios le
bastaría.

Si has estado llamando a la puerta de la misericordia y no has recibido respuesta, ¿debo
decirte por qué el poderoso Hacedor no ha abierto esa puerta para dejarte entrar?

Nuestro Padre tiene sus razones para hacernos esperar. A veces lo hace para manifestar su poder y su soberanía, a
fin de que los hombres sepan que Jehová tiene derecho a dar o a rehusar.

La demora redunda muy
frecuentemente en nuestro provecho. Quizás Dios te mantiene esperando para que tus deseos sean más fervientes.

Dios sabe que la demora avivará y acrecentará tus deseos, que si Él te hace esperar verás más claramente tu necesidad y procurarás con más fervor satisfacerla, y que, por haber demorado tanto, apreciarás mucho más la bendición pedida.

Quizás haya en ti algún mal que debe ser quitado antes de que se te conceda el gozo del Señor.

Quizás tus opiniones acerca del Evangelio sean confusas, o acaso estés confiando un poco en ti mismo, en lugar de confiar enteramente en Jesús.

También puede ser que Dios te haga esperar un poco de tiempo para mostrarte al fin, con mayor plenitud, las riquezas de su gracia.

Todas tus oraciones están anotadas en el cielo, y aunque
no sean contestadas de inmediato, puedes estar seguro de que no han sido olvidadas, sino que Dios dentro de poco las contestará para tu gozo y satisfacción.

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*El amor transforma al peor vil en el mejor siervo"

07 de diciembre 2020

"Y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es"
1 Corintios 1:28

Anda por las calles a la luz de la luna, si te atreves, y verás pecadores; mira con atención cuando la noche es oscura, cuando el viento ruge y cuando el ladrón aplica la ganzúa a la puerta, y verás pecadores.

Ve a la cárcel, y mira a los hombres que tienen cejas espesas y amenazantes, y allí verás pecadores.

Ve a los reformatorios y observa a los que exhiben una desenfrenada perversión juvenil, y allí verás pecadores.

Cruza los mares y ve al lugar donde un hombre roe un hueso sobre el cual humea carne humana, y allí tendrás pecadores.

Ve adonde quieras; no necesitas explorar la tierra para hallar pecadores, pues abundan en todas partes.

Los puedes hallar en las calles o en las sendas de cualquier ciudad, pueblo, villa o aldea. Es por los tales que Jesús murió. Si me traes al más vil de todos los pecadores, aun de él tendré esperanza, porque Jesucristo vino a buscar y a salvar a los pecadores.

El amor ha elegido a algunos de los peores para transformarlos en los mejores.

Los guijarros del arroyo de la gracia se transforman en joyas para la corona del Rey. Dios transforma en oro puro la inútil escoria.

El amor divino ha apartado a muchos de los peores pecadores para que constituyan el galardón del sacrificio del Salvador.

La gracia llama a muchos de
los más viles, a sentarse a la mesa de la misericordia; que ninguno desespere, puesLector, por el amor que arranca lágrimas de los ojos de Jesús; por el amor que fluye de sus
sangrantes heridas; por ese amor fiel, fuerte, puro, desinteresado y permanente; por el corazón y las entrañas de compasión del Salvador, te rogamos que no te vayas hoy de tu casa, como si esto no significase nada para ti, sino cree en Él ahora, y serás salvo.

Confía tu alma a Él, y Él la llevará a la diestra de su Padre, en la gloria eterna.

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Dios tiene que poseer a los que son suyos

4 de diciembre 2020

Yo tengo mucho pueblo en esta ciudad (Hechos 18:10)

Esto debe servirnos de estímulo para hacer lo bueno, pues Dios tiene entre los más viles, entre los
más viciosos, entre los más pervertidos y entre los más borrachos, un pueblo elegido que debe ser salvo.

Cuando tú les llevas la Palabra, lo haces porque Dios te ha ordenado que seas para las almas el mensajero de vida, y ellas deben recibir esa vida pues así lo ha ordenado el Señor.

Estos impíos, como los santos que están delante del trono, son redimidos por la sangre de Cristo, y, por lo tanto,
pertenecen a Él. Quizás hasta ahora amen la cantina y odien la santidad, pero si Jesucristo los ha comprado, los poseerá.

Dios no es infiel para olvidar el precio que pagó su Hijo, y no permitirá que su sustitución sea algo inútil o estéril. Decenas de miles de redimidos no están aún regenerados, pero tienen que estarlo.

Esto debe animarnos, pues, cuando les anunciamos la Palabra de Dios. Más aún: Cristo ora por estos impíos delante del trono. «No ruego solamente por éstos – dijo el gran Intercesor–, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos.» Aunque ellas no lo
sepan, Jesús ora por esas pobres almas. Sus nombres están en su pectoral, y, antes de mucho, deben doblar sus inflexibles rodillas, exhalando delante del trono de la gracia un suspiro de arrepentimiento. «El tiempo de higos aún no ha llegado.» El momento señalado no ha venido aún, pero cuando llegue, obedecerán, pues Dios tiene que poseer a los que son suyos. Ellos deben obedecer, pues el Espíritu Santo, cuando viene en la plenitud de su poder, no puede ser resistido; ellos tienen que llegar a ser siervos voluntarios del Dios vivo.

«Mi pueblo lo será de buena voluntad en el día de mi poder.» «Él justificará a muchos.» «Del trabajo de su alma verá.» «Yo le daré parte con los grandes y con los fuertes repartirá despojos.»



SOMOS LIMPIOS AUN DE LA MAS LEVE MANCHA

3 de diciembre 2020

En ti no hay mancha (Cantares 4:7)

Habiendo declarado a su Iglesia realmente bella, el Señor confirma su alabanza con una preciosa negación: «En ti no hay mancha». Como si hubiese pensado que el mundo criticador podría insinuar que Él sólo había mencionado las partes bellas de su esposa, pero que, a propósito, había omitido las deformadas y manchadas, el Esposo resume todo, declarándola total y enteramente bella y
completamente exenta de mancha.

Una mancha se puede quitar pronto, y, entre todo lo que puede desfigurar la belleza, la mancha es lo más pequeño, pero aun de ella queda libre el creyente delante de la presencia del Señor.

Si hubiese dicho que no tiene ninguna fea cicatriz, ninguna deformidad, ni úlcera mortal, aun en ese caso habríamos podido maravillarnos. Pero al decir que ella está libre aun de la más leve mancha, incluye en esto a todas las otras grandes manchas, con lo cual nuestra admiración se acrecienta.

Si solo hubiese prometido quitar en seguida todas las manchas, hubiéramos tenido un eterno motivo para gozarnos; pero al decir que las manchas ya están quitadas, ¿quién es capaz de contener las intensas emociones de satisfacción y placer? ¡Alma mía!, aquí hay para ti meollo y grosura; come en abundancia y satisfácete con los bocados reales.

Cristo Jesús no tiene querella con su esposa. Ella a menudo vaga lejos de Él y contrista a su Espíritu Santo, pero Él
no permite que sus faltas afecten el amor que le profesa.

A veces la reprende, pero lo hace siempre en la forma más tierna y con la mejor intención. Aun en este caso la llama «mi amada».

No recuerda nuestras faltas ni abriga malos pensamientos en contra de nosotros; nos perdona y ama igual antes que después de haber cometido la ofensa.

Es bueno que sea así, pues si Jesús recordara las injurias como lo hacemos nosotros, no podríamos tener relaciones con Él.

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02 de diciembre 2020

*Los creyentes gozan de una justicia positiva*

"Toda tú eres hermosa, amiga mía".
 Cantares 4:7

La admiración que el Señor siente por su Iglesia es muy admirable, y la descripción que hace de su belleza es muy vehemente. No solo es hermosa, sino toda hermosa. 

Él la mira en sí mismo, lavada 
en su sangre expiatoria y vestida con su justicia, y la considera llena de gracia y hermosura. No hay por qué admirarse de que sea así, pues lo que Él admira es solo la perfección de su propia 
excelencia. 

Porque la santidad, la gloria y la perfección de su Iglesia no son otra cosa que sus propios vestidos puestos sobre su bien amada esposa. 

La Iglesia no es simplemente pura y bien formada, sino atractiva y hermosa. Tiene un mérito real. 

Las deformidades que le produjo el pecado se quitaron; más aún: ella obtuvo por medio de su Señor una justicia meritoria, por la que se le ha conferido una belleza real. 

Los creyentes tienen una 
justicia positiva, que les fue dada cuando llegaron a ser «aceptos en el Amado». 

La Iglesia no es simplemente hermosa: es muy hermosa. Su Señor la llama «la más hermosa de todas las mujeres». 

Ella tiene una dignidad real que no puede ser competida por ninguna nobleza o realeza del mundo. 

Si Jesús tuviese oportunidad de cambiar a su elegida esposa por todas las reinas y emperatrices de la tierra o aun por los ángeles del cielo, no lo haría, pues Él la tiene por «la más hermosa de todas las
mujeres».

 A semejanza de la luna, ella excede en brillantez a las estrellas. Jesús no se avergüenza de
emitir esta opinión, e invita a todos los hombres a que la oigan. Él coloca un «he aquí» delante de 
esa opinión, para llamar y fijar la atención. «He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; he aquí que tú eres hermosa» (Cnt. 4:1). 

Él publica ahora su opinión a los cuatro vientos, y un día, desde el trono de su gloria, manifestará 
esta verdad ante todos. «Venid, benditos de mi Padre» será la solemne confirmación de la belleza de su elegida. 

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VERANO E INVIERNO EN EL ALMA


_"Y fue la tarde y la mañana un día"_ Génesis 1:5

¿Era así también en el principio?

¿La luz y las tinieblas se dividían el reino del tiempo en el primer día?

Entonces no debo admirarme si también yo experimento cambios en mis circunstancias, desde el mediodía de la prosperidad hasta la medianoche de la adversidad.

No siempre tendré en mi alma
la brillante luz del mediodía; tengo que esperar que vengan tiempos en que tenga que llorar la ausencia de mis gozos anteriores y en que busque a mi Amado en la noche. Y esto no es solo para mí, pues todos los amados del Señor tuvieron que cantar el canto de juicio mezclado con misericordia, de aflicción mezclado con salvación, de lamento mezclado con placer.

Ésta es una de las disposiciones de la divina providencia: que el día y la noche no cesen ni en lo espiritual ni en lo natural, hasta que lleguemos «a donde no habrá noche».

¿Qué, pues, alma mía, te conviene hacer?

Aprende primero a contentarte con lo dispuesto por Dios, y dispónte a recibir, como Job, lo bueno y lo malo de las manos del Señor. Procura, después, «hacer alegrar las salidas de la mañana y de la tarde».

Alaba al Señor por el sol de gozo cuando sale, como por la tristeza de la tarde cuando el sol se pone. Hay belleza en la salida y en la puesta del sol; canta, pues, y glorifica al Señor. Canta a todas horas, como el ruiseñor.

Cree que la noche es tan útil como el día. El rocío de la gracia cae lentamente en la noche de la angustia. Las estrellas de la promesa alumbran esplendorosamente en medio de las tinieblas de la aflicción.

Cumple con tu cometido en cualquier circunstancia. Si
durante el día trabajas, por la noche procura vigilar. Cada hora tiene su deber; continúa en tu
llamamiento como siervo del Señor hasta que Él aparezca en su gloria.

Alma mía, la tarde de tu vejez y de tu muerte se acerca; no la temas, pues es una parte del día.

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