TIEMPO DEVOCIONAL FEBRERO 01

—No temas; desde ahora serás pescador de hombres —le dijo Jesús a Simón. Así que llevaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, siguieron a Jesús. — Lucas 5:10-11

Cuando las personas encuentran a Jesús…. hay mucho para reflexionar. ¿Cuál habría sido nuestra reacción si hubiéramos estado frente a las costas de Galilea hace unos 2,000 años y nos hubiéramos encontrado cara a cara con Jesús? ¿Cómo nos habríamos sentido?

Los cristianos sabemos que Jesús es el Hijo de Dios que vino a la tierra, que murió por nuestro pecado, que fue sepultado y resucitó para que Él pudiera venir a vivir dentro de nosotros por medio de su Espíritu, pero los discípulos en ese momento no sabían nada de esto. Todo lo que ellos tenían hasta entonces eran las Escrituras del Antiguo Testamento y la promesa de un Mesías. ¿Qué había en Jesús que era tan convincente al punto de mover a estos hombres a dejarlo todo y seguirlo? ¿Sabían ellos de antemano que este sería un compromiso que alteraría sus vidas completamente y para siempre?

Jesús les dio algo más en que pensar. El Evangelio de Lucas registra que los discípulos acababan de volver de una larga noche de pesca. Ellos estaban extenuados, pero Jesús le dijo a Simón: “—Lleva la barca hacia aguas más profundas, y echen allí las redes para pescar. —Maestro, hemos estado trabajando duro toda la noche y no hemos pescado nada —le contestó Simón—. Pero como tú me lo mandas, echaré las redes." (Lucas 5:4-5). Entonces fueron, y aunque lo hicieron con poca convicción, la pesca fue tan abundante que sus redes comenzaron a romperse y sus barcas a hundirse. “Al ver esto, Simón Pedro cayó de rodillas delante de Jesús y le dijo: — ¡Apártate de mí, Señor; soy un pecador! —No temas; desde ahora serás pescador de hombres —le dijo Jesús a Simón.” (Lucas 5:8 y 10).

Los discípulos se vieron frente a una encrucijada. Podrían tomar esta cantidad masiva de pescado, venderla y hacer mucho dinero, o podrían dejarlo todo para seguir a Jesús. A menudo nos enfrentamos a decisiones similares cuando encontramos a Jesús. Podemos tener estilos de vida complacientes, oficios o profesiones lucrativas y hábitos que no sean particularmente sanos, y sin embargo, todo esto aún tener gran peso en nuestras mentes. Ir con Jesús significa rendir todo lo que somos y todo lo que tenemos a Él, lo que a su vez significa que ahora tenemos un nuevo Señor, al verdadero Señor de nuestra vida, Jesucristo. Este es un territorio desconocido para muchos de nosotros, pero al igual que Pedro lo experimentó, no hay mayor grado de humildad que vernos a nosotros mismos a la luz de Cristo. Esto deshizo a Pedro completamente, pero pronto descubrió que Jesús deshace los bordes ásperos y pone los deseos correctos en nuestro corazón.

Rendir todo lo que somos y todo lo que tenemos a Jesús puede parecer algo sumamente riesgoso, especialmente cuando pensamos que tenemos todo bajo control, pero el verdadero riesgo está en no ir con Jesús. Cualquier lugar donde depositemos nuestra confianza y seguridad que no sea en Cristo, siempre estará sujeto a pérdida. El hecho convincente acerca de Jesús es que Él mismo es la Verdad y nunca lo perderemos. Sólo en Jesús estamos seguros porque sólo en Jesús tenemos una vida que no podemos perder, la cual es la verdadera vida, porque Jesús es la Verdadera Vida.

ORACIÓN: Amado Padre Celestial, gracias por abrir mis ojos a la verdad y mi corazón para recibir a Jesús. Oro por todos aquellos que aún no han descubierto la Verdad. Gracias Señor.

PARA REFLEXIONAR: ¿Qué hay en Jesús que es tan convincente al punto de mover a las personas a dejarlo todo y seguirlo a Él? ¿Cuál ha sido mi respuesta al llamado de Jesús?

© Vive La Verdad


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