06_10_2020 🌼 Devocionales para Princesas Guerreras


*Serie:* _“Ciudadanas del Reino”_

*Cita Bíblica:* Marcos 2:13–17

*Versículo clave:* _“Y al pasar, vio a Leví hijo de Alfeo, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y levantándose, le siguió. ” Marcos 2:14

Jesús iba caminando y enseñando a la multitud que le seguía, cuando de pronto fijó su mirada en un hombre llamado Leví, quien era cobrador de Impuestos, un publicano que tenía su mesa de tributos públicos junto al mar de Galilea. Un hombre de negocios, recaudador de aduanas de Capernaúm, con una visión materialista, avara y vana de la vida.

Leví (Mateo) era un judío, nombrado por los romanos para recolectar impuestos en aquella zona. Recaudaba no solo de los habitantes de la ciudad, sino también de los comerciantes que pasaban por la misma. El sistema establecía que los funcionarios podían quedarse con un porcentaje de los impuestos que cobraban, pero se quedaban con mucho más, con lo que se enriquecían desmesuradamente. Los judíos odiaban a los cobradores de impuestos por su fama de estafadores y por estar al servicio de Roma. (Comentario, Biblia del Diario Vivir) En fin, Leví pertenecía a un grupo de cobradores de impuestos que eran considerados como lo más bajo de la sociedad, seguramente los más despreciados en Israel.

Y allí estaba él, sentado en la mesa de los impuestos, en su acostumbrada rutina. Probablemente pensaba en toda la gente que había estafado, engañado y robado, o tal vez estaba planificando cómo destrozaría económicamente a otra familia. ¿Quién iba a pensar que su vida cambiaría para siempre? ¿Quién creería que Leví sería transformado radicalmente? Pero todo cambió cuando Jesús fijó Sus ojos en Él y lo llamó: “le dijo: Sígueme. Y levantándose, le siguió”. (V. 14b)

Jesús vino a establecer el Reino de los cielos en la tierra, vino a buscar a hombres y mujeres enfermos y viciados de los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida. Vino a convertirlos en hijos del Reino y a enseñarles a vivir bajo los Principios y Valores de este Reino. Por eso, cuando los escribas y fariseos lo criticaron por verlo comer en la mesa de Mateo, junto a publicanos y pecadores, Él “les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.” (V. 17)

La vida, la conducta, la cultura y el testimonio de Mateo cambiaron radicalmente después de conocer a Jesús. Enseguida puso su casa y dinero a disposición del Señor. Organizó una cena para despedirse de sus viejas costumbres y entrar en una novedad de vida en Cristo, bajo el gobierno de Dios y los principios y valores del Reino de los cielos. Aprovechando la oportunidad para presentarle a sus amigos a Su nuevo jefe, Rey y Señor de su vida, Jesucristo. Lo mismo ocurrió con Zaqueo, ¿lo recuerdas? otro publicano en la ciudad de Jericó, que luego de Su encuentro con Jesús dejó inmediatamente sus malas prácticas y anunció un nuevo estilo de vida, con acciones externas que evidenciaron los cambios internos que la gracia salvadora del Señor provocó en él. ¡Boom! La gracia de Dios transformando al pecador. Jesús llama a quien quiere y escoge a sus siervos de entre los pecadores. El transformó a un publicano en un apóstol.

Amada, la gracia de Dios nos transformó. Cuando estábamos muertas en nuestros delitos y pecados, sumergidas en el lodo cenagoso, apartadas de la gloria de Dios, Jesús se acercó, nos miró y llamó; nos invitó a tener una relación de amistad con Él, a formar parte de Su Reino, a disfrutar de los beneficios y privilegios de la ciudadanía celestial, a cambiar para siempre nuestro estilo de vida, y anunciar el Evangelio con nuestras acciones y palabras. Al igual que ocurrió con Mateo; un ¡Sígueme! resonó en nuestro interior y nos transformó para siempre.

Jesús continúa llamando a los pecadores a una vida que ni se imaginan, a la vida eterna. Y nosotras hemos sido escogidas por Él y para Él, para proclamar Su Reino en las naciones y a anunciar el Evangelio de poder que transforma vidas y cambia destinos. Somos ciudadanas del Reino, vivimos bajo los principios de gracia, justicia, amor y misericordia de este Reino. Que en nuestro diario caminar, a través de nuestras acciones y testimonio, aquellas mujeres que se encuentran perdidas en las tinieblas puedan escuchar la voz de Jesús decirles: “¡Sígueme!”.

*Citas bíblicas adicionales:* Leer Romanos 5:6, Romanos 12:2, Colosenses 3:5, Colosenses 3:9-10.

*Meditar:*¿Deseamos, así como lo hizo Mateo, compartir con todos los cambios que Jesús ha hecho en nuestras vidas? ¿Estamos viviendo y reflejando ese Reino que transforma? ¿Es nuestro testimonio una invitación a conocer y seguir a Jesús?



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