“Salmos en Abril”
Lectura: Salmo 13
Plegaria pidiendo ayuda en la aflicción.
Un lamento amargo
que termina convirtiéndose en una dulce declaración de confianza y alabanzas al
Señor.
“¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás por siempre? ¿Hasta
cuando esconderás Tu rostro de mi?” Salmo 13:1
David se
encontraba deprimido y desalentado, desesperado por sus problemas, se sentía
totalmente abandonado. Pensaba que Dios estaba renuente a darle ayuda, por eso
derrama su alma delante de Él. Y descubrió que no hay nada más beneficioso para
el alma turbada, que derramar todos sus pesares ante el Trono de la Gracia. Es
allí, en la presencia del Señor, que podemos tener un encuentro transformador
con Aquel que es afligido en nuestras aflicciones. “En toda angustia de ellos él fue angustiado…” Isaías 63:9a
Tenemos acceso
libre ante el Trono de la Gracia mediante la fe. Tenemos libertad de palabra,
podemos derramar por completo nuestro ser ente el Señor.
El temor nubló
por un momento los pensamientos de David, haciéndole creer que tal vez Dios se
había olvidado de él.
Al igual que
David, en algún momento de la dura prueba, hemos llegado a preguntarle al
Señor: ¿Hasta cuándo? ¿Será que te has olvidado de mi? ¿Cuánto tardarás en
responder? ¿Cuándo se va a acabar esto? Y seguramente hasta hemos llegado a
pensar que tal vez no se acabe nunca, dejando que la desconfianza se vuelva
desesperación.
David comenzó el
salmo desanimado, pero al final lo vemos regocijado en el Señor y exaltando Su
nombre. “Mi corazón se alegrará en Tu
salvación”. Salmo 13:5b. Este es el poder de la fe y de la oración. Este es
el poder que fluye al acercarnos a Dios y derramar ante Él todo nuestro ser.
La fe en la
misericordia de Dios llenó el corazón de David de gozo y de seguridad, y puede
llenar el tuyo hoy.
“Cantaré a Jehová porque me ha hecho bien.” Salmo 13:6
Oremos: Gracias, Señor,
porque puedo acercarme con confianza ante el Trono de Gracia y alcanzar
misericordia y oportuno socorro. Gracias, Espíritu Santo, por ser mi ayuda en
mi oración; haces que mi corazón se alegre en la salvación de Dios.
Por Diana Hernández
Venezuela
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