DEVOCIONAL MARZO 25


Orar "en el nombre de Jesús" no es una fórmula de poder, sino es actuar bajo Su autoridad.
No tengo plata ni oro —declaró Pedro—, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda! Hechos 3:6 (NVI)
Orar "en el nombre de Jesús" significa que no estoy actuando por mi cuenta sino en representación de los intereses de Jesús. Cuando vivía en Gran Bretaña, las cartas de los impuestos llegaban con el título "En servicio de Su Majestad". Pedían dinero en la autoridad de "Su Majestad", y más en particular de su gobierno. ¡Y siempre pagué! Si recibiera una carta de un desconocido pidiendo dinero, en condiciones normales no le enviaría dinero porque no tendría autoridad para demandarlo. Si un particular decidiera imprimir en la parte superior de una demanda de dinero "en servicio de Su Majestad" habiendo observado que las personas respondían de manera diferente con ese encabezado, podría ser inmediatamente acusado de estafa y de tomar el nombre de Su Majestad en vano.

Orar por nuestros propios intereses "en el nombre de Jesús" es violar el tercer mandamiento, "No pronuncies el nombre del SEÑOR tu Dios a la ligera. Yo, el SEÑOR, no tendré por inocente a quien se atreva a pronunciar mi nombre a la ligera” (Éxodo 20:7). Orar “en Su nombre” es orar bajo Su autoridad. De acuerdo a Su voluntad, para dar cumplimiento a Sus planes. Si no estamos seguros de Su voluntad o de Sus planes podemos seguir orando “en Su nombre” si nuestra oración es que “sea hecha Tu voluntad”, lo cual le da por completo el derecho por encima de los detalle específicos de nuestra oración. 
¿Cómo afectará el orar en “el nombre de Jesús” en cuanto al cómo oramos o al para qué oramos?



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