DEVOCIONAL MARZO 24


La intimidad con Dios cubre muchas otras necesidades para que sean satisfechas.
“En esta casa no hay nadie más importante que yo. Mi patrón no me ha negado nada, excepto meterme con usted, que es su esposa. ¿Cómo podría yo cometer tal maldad y pecar así contra Dios? Y por más que ella lo acosaba día tras día para que se acostara con ella y le hiciera compañía, José se mantuvo firme en su rechazo.” Génesis 39:9-10 (NVI)
Personas sin relaciones saludables, con una baja autoestima o sin una relación personal con Dios, buscan intimidad de otras maneras. G. K. Chesterton dijo, "Cada hombre que entra en un prostíbulo está buscando a Dios". En lo más profundo de nosotros tenemos deseos de intimidad que nos llevan a buscar la satisfacción que sólo puede encontrarse en la unión con Dios a través de Cristo. La intimidad expresada en el deseo sexual está destinada a unir tanto física como espiritualmente. Esta espiritualidad, esta sensación de plenitud, viene primero por reconocer la presencia de Dios morando en nosotros y de vivir el resto de nuestras vidas con la conciencia de ello.

Cuando la esposa de Potifar trató de seducir a José, él se negó. Su fortaleza y seguridad estaban en Dios. Él estaba en una tierra extranjera lejos de su familia. Él podía haber argumentado que nadie lo sabría. O él podría mejorar su posición en la casa de Potifar al dormir con su esposa y disfrutar de la emoción de hacerlo. Pero salió corriendo porque sabía que era una bebida barata en una fuente de agua sucia, cuando su verdadero sustento se hallaba en el Agua Viva de la presencia de Dios en él. La esposa de Potifar falsamente lo acusó de intentar seducirla y él fue a dar a la cárcel. Aun así todos sus maltratos fueron transformados en algo mejor y mucho más elevado.


¿Dónde encuentras la verdadera intimidad que le permite a tu yo interno conocer y ser conocido?



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