Las
tinieblas solo pueden ser abordadas por la luz.
La
tierra era un caos total, las tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu de
Dios iba y venía sobre la superficie de las aguas. Y dijo Dios: “¡Que exista la
luz!” Y la luz llegó a existir. Génesis 1:2-3 (NVI)
Génesis 1:2 presenta un panorama
desolador: “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban
sobre la faz del abismo” (RV). Las palabras “desordenada,” “vacía” y
“tinieblas” son deprimentes. En medio de la oscuridad dijo Dios: “¡Que exista
la luz!” (Génesis 1:3). La oscuridad es la condición natural, la luz en una
intromisión en la oscuridad, pero cuando llega, las tinieblas se desvanecen. Es
un hecho que nosotros no le damos importancia a la luz, pero sigue siendo un
misterio. La luz es lo más veloz que existe en el universo, viaja a 300 mil
kilómetros por segundo (da casi 8 vueltas alrededor de la tierra cada segundo).
La oscuridad no tiene poder para resistirla.
La historia de la creación puede ser vista como una metáfora de la historia de la redención. El Dios creador habló luz en la oscuridad cósmica, al igual que el Dios redentor habla luz en la oscuridad espiritual. Jesús citando a Isaías, dijo, “el pueblo que habitaba en la oscuridad ha visto una gran luz; sobre los que vivían en densas tinieblas la luz ha resplandecido” (Mateo 4:16). La luz revela donde se esconde la oscuridad. Dios expone la oscuridad de nuestros corazones, no para humillarnos ni para condenarnos, sino para liberarnos y restaurarnos. “Pues todo el que hace lo malo aborrece la luz, y no se acerca a ella por temor a que sus obras queden al descubierto. En cambio, el que practica la verdad se acerca a la luz, para que se vea claramente que ha hecho sus obras en obediencia a Dios” (Juan 3:21-21).
La historia de la creación puede ser vista como una metáfora de la historia de la redención. El Dios creador habló luz en la oscuridad cósmica, al igual que el Dios redentor habla luz en la oscuridad espiritual. Jesús citando a Isaías, dijo, “el pueblo que habitaba en la oscuridad ha visto una gran luz; sobre los que vivían en densas tinieblas la luz ha resplandecido” (Mateo 4:16). La luz revela donde se esconde la oscuridad. Dios expone la oscuridad de nuestros corazones, no para humillarnos ni para condenarnos, sino para liberarnos y restaurarnos. “Pues todo el que hace lo malo aborrece la luz, y no se acerca a ella por temor a que sus obras queden al descubierto. En cambio, el que practica la verdad se acerca a la luz, para que se vea claramente que ha hecho sus obras en obediencia a Dios” (Juan 3:21-21).
Señor,
gracias por Tu luz que no solo expone mi necesidad, sino que me guía a casa
contigo.
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