DEVOCIONAL MARZO 16


La reputación puede ser como una bola y cadena alrededor de nuestro tobillo. Una vez que inviertes en ella empiezas a vivir para ella - y en esto reside la semilla de la hipocresía.
La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Filipenses 2:5-7 (NVI)
Llegué a un punto en mi vida hace algún tiempo cuando decidí que no tendría interés en absoluto en mi reputación. No haría nada para crear o mantener una buena reputación, o para corregir lo que yo consideraba una reputación equivocada o falsa. Me di cuenta de esto leyendo Filipenses 2:7, cuando Pablo escribe que Jesús “se rebajó voluntariamente”, o “se despojó a sí mismo” como lo dice en la Versión Reina-Valera “se hizo a sí mismo sin reputación alguna”.

A Jesús no le importó lo que la gente pensaba sobre él. El objetivo fundamental de la vida de Jesús fue siempre hacer lo que le agradó a su Padre (Juan 8:29). Cuando queremos complacer al Padre es poco probable que podamos complacer a todos los demás en el camino. Cuando Jesús fue acusado de ser un borracho y glotón Él no se disculpó con ellos (Lucas 7:34). Era irrelevante para él. Esta es una posición de libertad. La sutil tentación de mantener una imagen frente a los demás tiene que ser resistida. Esto podría explicar por qué Jesús también hizo hincapié en la importancia de estar en el lugar secreto porque ahí no tenemos ninguna audiencia, solo Dios.
Señor, ayúdame a ser fiel a ti; a morir a mi reputación y a no estar interesado en lo que la gente piense de mí.




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