Los
seres humanos fueron creados como una expresión física y visible del carácter
moral de Dios y, Dios es amor.
Nadie
ha visto jamás a Dios, pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece
entre nosotros, y entre nosotros su amor se ha manifestado plenamente. 1ª Juan
4:12 (NVI)
Dios creó a la humanidad para ser
una expresión física de Su carácter, la máxima expresión de lo que es el amor,
porque Dios es amor (1ª Juan 4:8).
La clásica descripción de Pablo del amor esta en 1ª Corintios 13:4-8 “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá”. Si lees una segunda vez este pasaje y reemplazas la palabra amor con el nombre de Cristo, cobrara el sentido perfecto: “Jesucristo es paciente, Él es bondadoso, Él no tiene envidia, Él no es jactancioso ni orgulloso…” y así sucesivamente.
Pero aquí viene el reto para ti. Léelo nuevamente y esta vez reemplaza la palabra amor, por tu propio nombre. ¿Eres paciente? ¿Amable? ¿No eres jactancioso? ¿No eres envidioso? ¿No eres ostentoso? ¿No deshonras a los demás? ¿No eres egoísta? ¿No te irritas fácilmente? ¿No guardas rencor? ¿No te deleitas en el mal? ¿Te regocijas de la verdad? ¿Proteges? ¿Confías? ¿Tienes Esperanza? ¿Perseveras? Esto es el verdadero amor. Si todas nuestras actividades no son una expresión de amor, vienen a ser nada; son tan atractivas como “un metal que resuena o un platillo que hace ruido” (1ª Corintios 13:1).
La clásica descripción de Pablo del amor esta en 1ª Corintios 13:4-8 “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá”. Si lees una segunda vez este pasaje y reemplazas la palabra amor con el nombre de Cristo, cobrara el sentido perfecto: “Jesucristo es paciente, Él es bondadoso, Él no tiene envidia, Él no es jactancioso ni orgulloso…” y así sucesivamente.
Pero aquí viene el reto para ti. Léelo nuevamente y esta vez reemplaza la palabra amor, por tu propio nombre. ¿Eres paciente? ¿Amable? ¿No eres jactancioso? ¿No eres envidioso? ¿No eres ostentoso? ¿No deshonras a los demás? ¿No eres egoísta? ¿No te irritas fácilmente? ¿No guardas rencor? ¿No te deleitas en el mal? ¿Te regocijas de la verdad? ¿Proteges? ¿Confías? ¿Tienes Esperanza? ¿Perseveras? Esto es el verdadero amor. Si todas nuestras actividades no son una expresión de amor, vienen a ser nada; son tan atractivas como “un metal que resuena o un platillo que hace ruido” (1ª Corintios 13:1).
¿Cómo
puedo expresar mejor amor a aquellos con los que vivo y trabajo?
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