"Levantaos y andad". Miqueas 2:10.
LA hora se aproxima cuando este mensaje vendrá a nosotros
como viene a todos: "Levántate y sal del hogar en que habitas, de la
ciudad en la cual has hecho tus negocios, del lado de tu familia y del lado de
tus amigos; levántate y emprende el último viaje". ¿Y qué conocemos
nosotros de ese viaje? ¿Qué conocemos del país al que estamos destinados? Algo
conocemos, algo nos ha sido revelado por el Espíritu Santo, pero ¡cuán poco
conocemos de los reinos del futuro! Sabemos que hay un obscuro y tormentoso río
llamado "muerte". Dios nos manda cruzarlo y nos promete estar con
nosotros ¿Y qué viene después de la muerte? ¿Qué mundo de maravillas se
presentará ante nuestra vista? ¿Qué escena de gloria se desplegará delante de
nosotros? Ningún viajero ha vuelto de allá para hacérnoslo saber. Pero, sin
embargo, conocemos lo suficiente de la patria celestial, como para responder
con gozo y alegría a la invitación que se nos hace para ir allá. El viaje de la
muerte puede ser tenebroso, pero nosotros lo emprenderemos sin temor, sabiendo
que Dios estará con nosotros cuando andemos en el valle de la sombra de la
muerte; y, por lo tanto, no tendremos necesidad de temer mal alguno. Nos
separaremos de todo lo que conocemos y amamos aquí, pero iremos a la casa de
nuestro Padre, donde está Jesús, iremos a aquella "ciudad que tiene
fundamentos, el artífice y hacedor de la cual es Dios". Esta será nuestra
última separación para ir a habitar por siempre con aquel a quien amamos, para
habitar en medio de su pueblo y en la presencia de Dios. Cristiano, medita
mucho en el cielo; esto te ayudará a seguir adelante y olvidar la fatiga del
camino. Este valle de lágrimas no es otra cosa que el camino real que nos
conduce a la patria mejor; este mundo no es sino el puente que nos lleva a un
mundo de bienaventuranzas.
Tomado de: Lecturas Matutinas de Charles Haddon Spurgeon.
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