La salvación vino del Padre
"El Padre ha enviado al Hijo para ser Salvador del
mundo". 1 Juan 4:14.
ES agradable pensar que Jesús no vino al mundo sin el
consentimiento, sin el permiso, sin la autoridad y sin la asistencia de su
Padre. Fue enviado por el Padre para que fuese el Salvador de los hombres.
Estamos propensos a olvidar que si bien hay distinciones en cuanto a las
personas de la Trinidad, no las hay en cuanto al honor de las mismas. Por otra
parte, atribuimos muy frecuentemente el honor de nuestra salvación -o por lo
menos la profundidad de su bondad- más a Cristo Jesús que al Padre. Este es un
grave error. ¿No fue el Padre el que envió a Jesús? Si Jesús habló
maravillosamente, ¿no fue el Padre quien derramó gracia en sus labios para que
fuese ministro capaz del nuevo pacto? El que conoce al Padre, al Hijo y al Espíritu
Santo como debe conocerlos, los ama a todos por igual; los ve a los tres en
Belén, en Gethsemaní y en el Calvario, igualmente interesados en la obra de la
salvación. ¡Oh, cristiano!, ¿has puesto tu confianza en el Hombre Cristo Jesús?
¿Has puesto tu fe sólo en él? ¿Estás unido a él? Entonces cree que estás
también unido al Dios del cielo. Por el hecho de que para el Hombre Cristo
Jesús eres un hermano y tienes con él íntima comunión, tú estás unido al Dios
eterno, y el "Anciano de días" es tu Padre y tu amigo. ¿Consideraste
alguna vez la profundidad del amor que había en el corazón de Jehová, cuando
Dios Padre preparó a su Hijo para la gran empresa de misericordia? Si no lo has
hecho, medita hoy en esa verdad. ¡El Padre lo envió! Reflexiona en esta declaración.
Piensa cómo Jesús obró lo que el Padre deseaba. Mira el amor del gran YO SOY en
las heridas del agonizante Salvador. Que cada pensamiento relacionado con Jesús
sea conectado con el Eterno, el Dios bendito para siempre, pues "Jehová
quiso quebrantarlo, sujetándolo a padecimiento".
Tomado de: Lecturas Matutinas de Charles Haddon Spurgeon.
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