"Y su arco quedó en fortaleza y los brazos de sus manos
se corroboraron por las manos del Fuerte de Jacob". Génesis 49:24.
LA fortaleza que Dios da a sus Josés es una fortaleza real.
No es una fortaleza jactanciosa, una ficción, una cosa de la que los hombres
hablan pero que termina en humo. Es más bien una fortaleza verdadera y divina.
¿Por qué José resistió a la tentación? Porque Dios lo ayudó. No hay nada que
podamos hacer sin el poder de Dios. Toda fortaleza verdadera viene del
"Fuerte de Jacob". Aquí se representa a Dios como si pusiera sus
manos sobre las manos de José y colocara sus brazos sobre los brazos del mismo
José. Como un padre enseña a sus hijos, así el Señor enseña a los que le temen.
El pone sus brazos sobre ellos. ¡Maravillosa condescendencia! El Dios
todopoderoso, eterno y omnipotente se inclina desde un trono y pone su mano
sobre la mano del hijo, extendiendo su brazo sobre el brazo de José, para que
pueda ser fuerte. Esta fortaleza era además una fortaleza del pacto, pues se
atribuye al "Fuerte de Jacob". Ahora bien, en cualquier lugar de la
Biblia donde leas acerca del Dios de Jacob, tienes que recordar el pacto que
Dios hizo con él. Todo el poder, toda la gracia, todas las bendiciones, todas
las mercedes, todos los consuelos, todas las cosas que tenemos, proceden para
nosotros del gran manantial y por medio del pacto. Si no hubiera pacto
tendríamos que perecer indefectiblemente, pues todas la bendiciones proceden de
él como la luz y el calor vienen del sol. Ningún ángel asciende o desciende por
otra parte que no sea la escala que vió Jacob, en cuya cabeza está colocado un
pacto de Dios. Cristiano, puede ser que los arqueros te hayan atormentado
seriamente y te hayan tirado y herido, pero tu arco aun queda en fortaleza.
Atribuye, pues a Dios sin dudar, toda la gloria.
Tomado de: Lecturas Matutinas de Charles Haddon Spurgeon.
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