Estoy convencido de que Dios desea derramar sus bendiciones sobre cada
iglesia y cada creyente que ora fervientemente por ellos.
Vemos en la Biblia que la bendición de Dios es un reflejo de su increíble
amor por su creación. Si bien es invisible en su esencia, su bendición es
invencible, superando todo lo que la tierra o el infierno pueda lanzar contra
ella. Esta bendición tiene sus raíces en las antiguas instrucciones que Dios le
dio a Moisés para que las llevara a cabo el sumo sacerdote de Israel:
Jehová habló a Moisés,
diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de
Israel, diciéndoles: Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová
haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce
sobre ti su rostro, y ponga en ti paz. Y pondrán mi nombre sobre los hijos de
Israel, y yo los bendeciré” (Números 6:22-27).
Esta práctica de conferir una bendición sacerdotal en nombre del Señor es
lo que separaba a Israel de los pueblos a su alrededor durante todos los siglos
de su historia. Sólo el pueblo del pacto de Dios disfrutaba de la bendición
divina. Una nación favorecida y protegida por el Señor, ellos sabían que Dios
había prometido oír sus oraciones y estar atento a sus problemas. El Dios del
universo había vuelto su rostro hacia ellos para que pudieran recibir su gracia
sobrenatural.
¡Qué privilegio vivir bajo el favor del Señor, experimentar diariamente su
bendición! ¿Qué enemigo podría intimidarlos cuando Dios estaba con ellos
poderosamente?
¡Tengo buenas noticias para ti! Dios sigue siendo un Dios de bendición. De
hecho, la Biblia podría caracterizarse como un libro que revela el intenso deseo
del Señor de bendecir a cada hombre y mujer que ha creado. Si esto te
sorprende, sólo considera el hecho de que el amor siempre desea bendecir el
objeto de su afecto; y recuerda que eres profundamente amado por el Padre.
Por Jim Cymbala
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