“Mas tú, cuando ores, entra en tu
aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu
Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:6).
Necesitamos comprender la profundidad y el poder de lo que Jesús está
diciendo aquí cuando habla de que el Padre ve en lo secreto. Podemos hacer
oraciones religiosas con la esperanza de ser vistos como maravillosos santos,
pero Dios no sólo no oye esas oraciones, sino que ni siquiera se da cuenta de
que estamos orando.
Como Dios ve “en lo secreto”, él sólo nos ve u oye cuando nuestros
corazones están en comunión con él en el lugar secreto de su corazón. Él sólo
mirará, dirigirá sus ojos y dará su favor a lo que fluye en el corazón del
lugar secreto. Esa oración debe provenir de la comunión con él, no del deseo de
demostrar nuestra elocuencia y pasión o de hacer un espectáculo con nuestra fe.
Es la entrada al reino del Espíritu y no sólo una habitación física de la que
Jesús está hablando aquí. Es su lugar, y cuando llegas allí, él te ve. Él no ve
tus esfuerzos carnales, de hecho, los ignora.
Cuando Jesús te ve buscándole a él, te ganas su corazón. El Cantar de los
Cantares dice que con solo una mirada hemos ganado su corazón (4:9, AMP).
Algunas personas han trabajado arduamente en la carne y todavía tienen que
sentir el favor de Dios, pero aquellos que lo encuentran en su lugar secreto y
se dirigen hacia las obras de amor están constantemente bajo sus ojos y su
cuidado.
Si estás luchando por ser reconocido y honrado, buscando prestigio y poder,
esperando que la gente te dé una palmadita en el hombro, te vas a decepcionar
cuando un día estés de pie frente al Padre. Tristemente, él dirá: “Sé que
estabas ocupado haciendo muchas cosas que pensabas que eran maravillosas, pero
yo veía a esos santos que estaban buscando mi rostro”.
Por Gary Wilkerson
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