TIEMPO DEVOCIONAL MARZO 27

Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios.” Mateo 5:8 (NVI)

La mayor batalla de nuestras vidas es la corrupción de nuestros corazones. Jeremías 17:9 dice, “Nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio. ¿Quién puede comprenderlo?” Sabemos que nuestros corazones no son puros, y probablemente nunca llegarán a serlo, entonces, ¿qué quiso decir exactamente Jesús cuando dijo, “Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios?”

La palabra que Jesús utiliza para “limpio” es la palabra Griega “katharos”, lo que no significa limpio o puro en el sentido de la perfección, sino puro en el sentido de no estar mezclado con otras cosas. El vino no diluido con agua puede decirse que es un vino “katharos”; quizá no sea el mejor vino, pero es puro en el sentido de que está sin diluir. Un corazón puro, por lo tanto, es un corazón no diluido. Es decir como Pablo dijo: “pero una cosa hago” (Filipenses 3:13), y no “esas 25 cosas en las que incursionamos” y sólo una de ellas es mi vida en Cristo. Por supuesto, hay otros componentes para nuestras vidas: familia, trabajo, amistades, recreación, etc., pero todos estos trabajos están fuera de: “pero una cosa hago”. Pablo afirma: “Sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús”. Cualquier cosa que inhibe mi progreso hacia lo que Dios me ha llamado se convierte en un obstáculo.

Podemos tener nuestros corazones divididos en diferentes cosas. David ora en el Salmo 86:11, “Dame integridad de corazón para temer tu nombre”. En un corazón dividido puedes estar seguro de que lo secular siempre se tragará a lo sagrado y al final es la obra de Dios, la que se contaminará. El corazón es el asiento de nuestra personalidad, donde nuestra mente, nuestras emociones y voluntad se juntan. Una de las traducciones de Proverbios 23:7 dice: “como un hombre piensa en su corazón, de ese modo es él”. Para ser puros de corazón es necesario cerrar nuestros intereses para dar lugar a los intereses de Jesucristo, situación que lejos de cerrarlos, los abrirá a todo que es el propósito, los planes y la agenda de Dios. Es por eso que la promesa que le sigue a esta condición es: “ellos verán a Dios”. No se trata de verlo físicamente, sino verlo en la creación, en las circunstancias, en la confusión y en la crisis. Los “limpios de corazón”, no tendrán pánico en las tormentas de la vida, sino que “verán a Dios” con ojos simplemente imposibles para aquellos cuyos corazones no son puros- no puros de perfectos, sino de estar no diluidos - al estilo “katharos”.

ORACIÓN: Amado Padre celestial, estoy tan agradecido que nos hayas dado maneras de conocerte y de verte, especialmente en las tormentas de la vida. Ayúdame a mirar las circunstancias con un corazón integro y verte en todas las facetas de mi vida.

PARA REFLEXIONAR: ¿Habrá áreas en mi vida a las que necesito traer a Jesús?

Desde el Ministerio © Vive La Verdad


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