TIEMPO DEVOCIONAL MARZO 21

Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. 1 Crónicas 29:11

Claramente implícito en el octavo mandamiento, “no robarás”, está el derecho a la posesión individual. La Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948, afirma: “Toda persona tiene derecho a la propiedad individual, y en asociación con otros y nadie podrá ser arbitrariamente privado de sus bienes.”

Hay tres formas en las que la propiedad, incluyendo las pertenencias, pueden ser poseídas; ganándolas, recibiéndolas como un regalo, o por medio del robo. La Escritura reconoce implícitamente el derecho de la propiedad a través del trabajo o a través del dar, pero expresamente prohíbe la tercera opción – el robo. En la iglesia primitiva en Éfeso, muchos fueron atrapados aún en la naturaleza de su pecado, Pablo se dirige a ellos y habla del robo, él dice: “El que robaba, que no robe más, sino que trabaje honradamente con las manos para tener qué compartir con los necesitados” (Efesios 4:28). En esta declaración, Pablo ofrece dos maneras de contrarrestar el robo; en primer lugar, mediante el trabajo duro, ganando lo que tenga con sus propias manos, y en segundo lugar, acumulando suficiente para que puedan compartir lo que tenemos con aquellos que lo necesitan.

La Biblia nos dice que todo lo que existe le pertenece a Dios. “Del SEÑOR es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan” (Salmo 24:1). El rey David reconoció a muchos de los que habían donado generosamente, como él lo había hecho, para la construcción del Templo Sagrado, y al dedicar el sitio, delante de toda la asamblea jerárquica de Israel, le dio la gloria a Dios. En una oración, Él dijo: “En verdad, tú eres el dueño de todo, y lo que te hemos dado, de ti lo hemos recibido.”(1ª Crónicas 29:14).

Tenemos que reconocer que todo lo que tenemos es nuestro, porque Dios nos lo confió. Dios en Su gracia nos da el derecho a la posesión, pero es un privilegio y no debe ser abusado. La acumulación de riqueza en beneficio personal únicamente, y el acaparamiento de lo que Dios nos ha dado es pecado. Las Sagradas Escrituras nos dicen que donde está el corazón del hombre, allí estará su tesoro y una de las formas en que construimos nuestros tesoros en el cielo es compartiendo lo que Dios nos ha dado aquí en la tierra.

ORACIÓN: Amado Señor, es a partir de Ti que todas las bendiciones fluyen y me has dado el privilegio de ser un mayordomo de las muchas bendiciones que he recibido de Ti. Permite que mantenga la puerta de mi corazón abierta para compartir en la medida de mis posibilidades con aquellos que lo necesitan. Muchas gracias Señor.

PARA REFLEXIONAR: ¿Glorifico a Dios y le doy gracias incluso por las cosas triviales con las que me ha bendecido? ¿Estoy compartiendo lo que tengo con los demás?

Desde el Ministerio © Vive La Verdad


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