TIEMPO DEVOCIONAL MARZO 13


Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había en Capernaum un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. Éste, cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea, vino a él y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, que estaba a punto de morir. Juan 4:46-47 

Frente a una necesidad familiar gigantesca por un lado y por el otro la llegada de Jesús a Galilea, el oficial real salió de su casa y se fue a rogarle a Jesús que viniera a sanar a su hijo moribundo. El primer paso de este hombre fue buscar a Jesús. La búsqueda de Dios es generalmente el primer paso en la experiencia de una persona con Dios. Puede surgir del entendimiento de nuestra impotencia o de una consciencia de la necesidad y el deseo por la ayuda de Dios. La gente rara vez se tropieza con Jesús casualmente. El funcionario no estaba merodeando por ahí en alguna parte, esperando que Jesús pudiera pasar. Deliberadamente él lo buscó y en su desesperación le rogó que viniera. Había un sentido de urgencia.

La Biblia nos dice en varios lugares que las personas que encuentran a Dios son aquellas que van y lo buscan. En el libro de Jeremías, Dios dice: “Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón” (Jeremías 29:13). En el evangelio de Mateo dice: “Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre” (Mateo 7:7-8). Según Jesús, los únicos que no lo encuentran son aquellos que no lo buscan. Los únicos que nunca reciben son los que nunca piden, y aquellos a quienes las puertas les permanecen cerradas son los que no llaman.

La Escritura también nos dice que nadie puede llegar a Dios a menos que el Padre los atraiga. Él despierta nuestros corazones a buscarlo. Mientras Él trabaja por Su gracia atrayendo nuestros corazones a Él, nuestra respuesta debe ser la de buscar, y es entonces que encontramos. Cuando dejamos de buscar, dejamos de crecer. Siempre hay más que conocer de Dios de lo que nosotros podemos conocer, y cada vez más que buscar en Él, porque la invitación no es saber acerca de Él, sino que le conozcamos a Él. Ésta es la aventura ilimitada de la vida cristiana.

ORACIÓN: Amado Señor, que nunca deje de buscar saber más de Ti. Con cada nueva revelación que Tú me muestras, quedo extasiado, y te doy gracias, Señor por tu Espíritu Santo llevándome hacia Ti y transformando mi vida.

PARA REFLEXIONAR: ¿Bajo qué circunstancias fui por primera vez motivado a buscar a Dios? ¿De qué manera estoy llegando a conocerlo mejor y cómo ha cambiado esto mi vida?

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