TIEMPO DEVOCIONAL FEBRERO 24

Así que los otros discípulos le dijeron: ¡Hemos visto al Señor! Mientras no vea yo la marca de los clavos en sus manos, y meta mi dedo en las marcas y mi mano en su costado, no lo creeré —repuso Tomás. Juan 20:25

Tomás estaba no estaba en la habitación donde se estaban escondiendo cuando Jesús se apareció por primera vez a sus discípulos después de Su resurrección. Cuando Tomás regresó, los discípulos se alegraron de decirle que habían visto a Jesús. La respuesta de Tomás, como lo dice el verso en el encabezado, lo definió para siempre como "Tomás el incrédulo", pero él no era el único discípulo que dudaba y presentaba signos de incredulidad.

Mateo registra una ocasión posterior cuando Jesús se reunió con sus discípulos. “Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña que Jesús les había indicado. Cuando lo vieron, lo adoraron; pero algunos dudaban” (Mateo 28:16-17). Muchos se identificarán con la oración de un hombre que le dijo a Jesús: “? ¡Sí creo! —exclamó de inmediato el padre del muchacho—. ¡Ayúdame en mi poca fe!” (Marcos 9:24). Adicionalmente, hay una historia de un hombre que vino a Cristo lleno de dudas y oró: "Oh Dios, si hay un Dios, por favor salva mi alma, si tengo alma. Y llévame al cielo cuando muera, si hay un cielo.” Este hombre basó todo en un “si” condicional, excepto por el hecho certero que algún día moriría. Lo que este hombre descubrirá es que sí hay un Dios, que sí tenemos un alma y que él es salvo por su fe en Jesucristo.

La duda no debe considerarse como perjudicial. De hecho, puede ser nuestra amiga. Jesús dejó a Tomás sólo durante toda una semana para que resolviera sus dudas. Aunque este puede ser un tiempo difícil y frustrante para muchas personas, es un proceso necesario. Durante estos momentos hay una generación con todo tipo de ideas, una gran turbulencia interna en curso que es necesario atravesar. Acelerar a las personas durante estos momentos, sólo obstaculizará la obra del Espíritu Santo en ellos y es el Espíritu Santo quien los convence.

La duda es buena cuando nos conduce a una búsqueda constructiva y verdadera. Dios ama a la persona que busca y Él responderá, pero la duda nunca es buena cuando se convierte en una excusa para no aceptar la verdad. Aquellos quienes dudan de manera reflexiva y honesta suelen estar en una posición mucho mejor que los creyentes que no reflexionan, porque cuando llegan a una sólida convicción, se aferrarán a ella. El Judas 1:22 dice: " Tengan compasión de los que dudan…"

Como cristianos, tenemos al Espíritu Santo en nosotros y es el Espíritu Santo quien da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Esto trae paz interior, la cual se deriva de Cristo en nosotros, quien en última instancia resuelve todas nuestras dudas. Cuando Tomás vio a Jesús después de Su resurrección, el impacto fue extraordinario. "¡Señor mío y Dios mío!" exclamó y esta vez con total entrega, total convicción. Jesús resolvió las dudas de Tomás y se convirtió en el apóstol que más lejos viajó, llevando el Evangelio a la India. ¡Es asombroso cómo Dios resuelve todas nuestras dudas cuando damos ese salto de fe en Él!

ORACIÓN: Señor, yo oro por aquellos que tienen dudas y están a la búsqueda. Que tu Espíritu Santo llene sus corazones y mentes y los guíe a una relación contigo. Gracias Señor.

PARA REFLEXIONAR: ¿Es la duda algo que debemos considerar malo? ¿Qué debemos hacer cuando nos veamos enfrentados a la duda?


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