TIEMPO DEVOCIONAL FEBRERO 23

“El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.” — Juan 7:38

La Fiesta de los Tabernáculos era una de las tres principales celebraciones del calendario judío. Era una fiesta de acción de gracias que duraba ocho días, en la que el pueblo reconocía la cosecha de otoño y la provisión de Dios. Judíos de todas partes, viajaban a Jerusalén y acampaban en sus tiendas en las calles, anticipando una celebración llena de regocijo y festividad.

Leemos en Juan 7:1 “Algún tiempo después, Jesús andaba por Galilea. No tenía ningún interés en ir a Judea, porque allí los judíos buscaban la oportunidad para matarlo.” Los versos 12-13 del capítulo 7 nos dicen: “Entre la multitud corrían muchos rumores acerca de él. Unos decían: «Es una buena persona». Otros alegaban: «No, lo que pasa es que engaña a la gente». Sin embargo, por temor a los judíos nadie hablaba de él abiertamente.”

Al final de la fiesta, Jesús levanta el velo y habla abierta y audazmente acerca de sí mismo. Habían sido ocho días de festividad y bebida; una situación propicia para el comportamiento inmoral. Juan 7:37-38 dice: “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.” Jesús no juzga a las personas, sino que siente compasión por las multitudes. Él proclama abiertamente quién es Él y lo qué Él puede hacer por ellos. Jesús usa la misma analogía que Dios usó cuando dijo a Jeremías: “Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, cisternas rotas que no retienen agua” (Jeremías 2:13). 

Cuando nos alejamos de Dios, es decir, del agua viva, a la cual Juan hace referencia como el Espíritu (Juan 7:39), no nos movemos a tierra de nadie. El brillo de las cosas alternativas es atractivo y nos seduce fácilmente a cavar nuestras propias cisternas. Cualquier cisterna que no sea Cristo mismo, es una cisterna rota; tal vez inicialmente sea sólo una pequeña grieta, pero con el tiempo, la grieta se hará cada vez más grande y la cisterna pronto será incapaz de sostener el agua. De ser así, quedaremos exhaustos y sedientos de algo más. Este es el panorama que Jesús ve en el último día de la celebración y entonces le habla al pueblo.

El mensaje que Jesús da es tanto para creyentes como para no creyentes; a los creyentes para que regresen a Él y a los no creyentes para que vengan a Él. “El que cree en mí", dice Jesús, “de su interior correrán ríos de agua viva”. Estos “ríos de agua viva”, hacen referencia a la vida de Cristo viviendo en nosotros y a través de nosotros, la cual no sólo nos bendice, sino que nos convierte en un medio por el cual Dios lleva bendición a los demás.

ORACIÓN: Amado Señor, te pido que me guardes de cavar mis propias cisternas. Te pido que Tú seas en mí esa fuente de agua viva para bendecir a los demás. Gracias Señor.

PARA REFLEXIONAR: ¿Quién es la única y verdadera cisterna? ¿Cuál es el significado de los ríos de agua viva que correrán desde nuestro interior?

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