TIEMPO DEVOCIONAL FEBRERO 18

“...Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” — Juan 4:13-14

Todos los seres humanos tenemos sed de amor, identidad, significado y propósito. Estos apetitos son buenos y sanos, y son apetitos que perseguimos durante toda nuestra vida, sin embargo, son necesidades que no pueden ser suplidas a nivel superficial.

Cuando Jesús identificó la sed de la mujer de Samaria y le dijo que Él podía darle un agua viva con la cual ella no tendría sed jamás, ella no comprendió lo que Jesús le decía. “La mujer contestó: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?” (Juan 4:11). Ella pesaba en términos prácticos y existenciales, pero Jesús le había descrito esta agua viva de una forma maravillosa. “Pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.” La imagen que Jesús da es que el agua viva es profunda como un pozo, fresca como un manantial y nunca se secará.

Para ser eficaz y satisfactoria, el agua del Evangelio debe ir a lo más profundo. No trata los síntomas, sino que va más allá de nuestros pecados a nuestra naturaleza de pecado heredada de Adán. No sólo cambia lo que hacemos, sino lo que somos, y no mejora nuestra vida, sino que reemplaza nuestra vida con la vida de Jesucristo, quien vive en nosotros por medio de Su Espíritu Santo. Es una obra profunda y penetrante que Dios hace, y debemos permitirle profundizar en nuestra vida y remplazar lo que somos con lo que Él es. Podemos estar tan preocupados con los síntomas de nuestra “carne” que nos quedemos resolviendo los asuntos a ese nivel. Ser perdonado e implementar una pequeña modificación del comportamiento puede satisfacernos, pero no nos cambiará. La intención de Jesús es profundizar en cada área de nuestras vidas para ejercer Su reinado y proveer Sus recursos.

El agua que Jesús da no sólo va a lo profundo, sino que también es fresca. En el hogar que crecí en Inglaterra, nuestra agua era suministrada desde un manantial que quedaba a poca distancia, el cual brotaba continuamente. Siempre estaba desbordándose, siempre fresca, siempre limpia, y suplía sólo dos casas. Su origen era profundo bajo el suelo, pero encontraba su salida a la superficie, y bien estuviera húmedo o seco en la superficie, el agua que teníamos siempre era suficiente y siempre fresca. Esta es la imagen que Jesús le da a esta mujer sedienta. Ella podía irse a casa con un agua que causaría que ella nunca tuviera sed jamás. Esta agua viva entraría profundamente a cada área de su vida y estaría fresca para cada eventualidad que ella tuviera que enfrentar.

Nuestras necesidades más profundas no son suplidas superficialmente. Necesitamos esta agua viva y en Jesucristo tememos una fuente inagotable de agua viva.

ORACIÓN: Amado Señor Jesús, te pido que el agua que Tú me das vaya profundamente a cada área de mi vida y que constantemente esté fresca en mi experiencia. Gracias Señor Jesús.

PARA REFLEXIONAR: ¿Es la sed un síntoma? ¿Por qué razón todos los seres humanos nacemos con una sed intrínseca? ¿Quién es el agua viva y por qué?

© Vive La Verdad


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