TIEMPO DEVOCIONAL FEBRERO 17

“Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.” — Juan 4:10

Los samaritanos eran rechazados por los israelitas, un legado que se remonta a más de 700 años atrás cuando los asirios se entremezclaron con los israelitas y produjeron hijos que no eran judíos ni gentiles. Este antagonismo y rechazo de los judíos a los samaritanos estaba en su apogeo en los días de Jesús. No es de sorprender que cuando Jesús le dijo a una mujer samaritana que le diera de beber agua, ella respondiera: "¿Cómo se te ocurre pedirme agua, si tú eres judío y yo soy samaritana? (Juan 4:9).

La anterior pregunta condujo al diálogo personal más largo que Jesús tuvo con cualquier individuo en los cuatro Evangelios. Jesús comienza diciéndole a esta mujer que Dios tenía un don para darle... “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías.” La primera palabra del Evangelio no es acerca de Dios pidiendo, sino acerca de Dios dando. Lo que Dios exige de nosotros, Él lo demandó de su Hijo como nuestro sustituto y ahora Dios está distribuyendo dones comprados por medio de la muerte y resurrección de su Hijo.

¿Cuál es el don de Dios del que habla Jesús? Muchas cosas pueden ser descritas legítimamente como un don o regalo de Dios, Pero Romanos 6:23 declara: “... el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús nuestro Señor". La vida eterna no es algo que recibimos al momento de la muerte física, sino es algo que recibimos cuando nacemos de nuevo del Espíritu de Dios. Jesús dijo: “…el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida" (Juan 5:24). Es tiempo presente, no dice “tendrá" vida eterna, sino dice "tiene" vida eterna, y dice "ha" pasado de la muerte a la vida. Sólo hay una vida eterna, la vida de Dios, Jesús habla de una calidad de vida plena y próspera que experimentamos mediante la morada de su Espíritu en nosotros. 

Tenemos una necesidad interna por esa vida. Jesús sabía que esta mujer se había casado cinco veces y que el hombre con quien vivía actualmente no era su marido. Sus múltiples fracasos matrimoniales son síntomas de su sed por significado y propósito. Muchos de nosotros hemos recorrido caminos precarios en busca de satisfacción y plenitud. Cuando las personas están desesperadas y hambrientas por ser satisfechas beberán de cualquier agua que tengan, pero cualquier agua los dejará sedientos de nuevo. 

Cada vida es un camino lleno de altibajos, pero a través de nuestra vida solo en Jesucristo terminaremos encontrando la satisfacción duradera y la plenitud. Él le dijo a la mujer de Samaria, "... el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás" (Juan 4:14). Jesús mismo es el don de Dios y sólo Él satisface.

ORACIÓN: Amado Padre Celestial, mantenme en el camino de Tu satisfacción y plenitud que es en Cristo Jesús. Él es únicamente quien satisface mi vida y quien siempre está disponible para mí. Gracias Padre.

PARA REFLEXIONAR: ¿Cuál es el don de Dios del que habla Jesús? ¿Quién es el Agua Viva? ¿Qué significa beber el Agua Viva? ¿Cuáles son las consecuencias de beber el Agua Viva?


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