TIEMPO DEVOCIONAL ENERO 27

Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.” — Hechos 1:8

Uno de los mayores gozos y privilegios disponibles para cada uno de nosotros es poder experimentar la obra de Dios a través de nuestra vida, y así convertirnos en bendición para el mundo en general. Dar testimonio de Cristo no es algo que únicamente hagamos cuando las oportunidades aparezcan, sino que significa vivir una vida completamente disponible para Jesús y Sus propósitos.

Una vez que el Espíritu de Cristo habita en nosotros, dar testimonio de Él no es opcional. Cuando aparezca la oportunidad debemos siempre recordar que Jesús dijo “ustedes serán mis testigos”. La opción es si estoy preparado para ser un buen testigo o un mal testigo, un testigo verdadero o un testigo falso, pero la realidad es que una vez aceptamos a Cristo, ya somos testigos de Él. Antes de mi boda tenía la opción de aceptar ser esposo o no serlo. Una vez que acepté ser esposo, la única opción abierta para mí se redujo a ser un buen esposo o un mal esposo, pero la realidad es que ya era esposo.

La palabra griega para testigo es la palabra “martus”, de donde se deriva la palabra “mártir”. La muerte no hace mártires; únicamente los revela. Un verdadero testigo de Cristo muere a sí mismo para que la vida de Cristo que mora en él pueda ser expresada. En 2 Corintios 5:15 Pablo escribe: “Y él murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió por ellos y fue resucitado.” Nuestro “viejo yo” ha sido juntamente crucificado con Cristo, y ahora vivimos en la fortaleza de la vida de Cristo, permitiéndole cumplir Sus propósitos y objetivos a través de nosotros. Esto es lo que significa ser un testigo de Cristo.

La manera como vivimos expresa la clase de testigos de Cristo que somos. Pablo dice: “…Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo” (2 Corintios 12:9). Vivir con ese tipo de convicción es experimentar la obra de Dios en nuestra vida. Es por esto que no debemos tener miedo si Dios nos llama desde el abismo más profundo de nuestra vida. Cuando estamos en lo más profundo de nuestra desesperación y carentes de nuestros propios recursos, descubriremos al Espíritu Santo de Dios vivo y activo dentro de nosotros.

Dios no da órdenes frías para que personas débiles las implementen en sus propias fuerzas, sino que Él nos da su Santo Espíritu como medio para lograrlas. Obrar en y a través de las personas es la estrategia de Dios en este mundo. No hay ningún plan B, lo que descubriremos es que en nuestra obediencia a Dios y nuestra dependencia de Él, el Espíritu Santo obrará de manera poderosa. Es por eso que nunca debemos separar el poder del Espíritu Santo en nosotros del Señorío de Cristo en nosotros.

ORACIÓN: Amado Señor Jesús, ayúdame a ser un verdadero testigo Tuyo, y ayúdame a apartarme de todo lo que no dé buen testimonio de Ti. Gracias Señor.

PARA REFLEXIONAR: ¿Cómo puedo saber si estoy siendo un verdadero testigo de Cristo? ¿Cuándo fue la última vez que di testimonio de Cristo?

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