“Porque Cristo es nuestra paz: de los dos pueblos ha hecho uno solo, derribando mediante su sacrificio el muro de enemistad que nos separaba…” Efesios 2:14
En la sociedad actual existen diferencias legítimas que se han convertido en divisiones ilegítimas. Existen prejuicios de género, edad, raza, cultura, e incluso habilidades. Ésto crea divisiones, y estas divisiones muchas veces se convierten en divisiones destructivas. Pablo nos dice: “Pues anuló la ley con sus mandamientos y requisitos. Ésto lo hizo para crear en sí mismo de los dos pueblos una nueva humanidad al hacer la paz, para reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo mediante la cruz, por la que dio muerte a la enemistad.” (Efesios 2:15-16). Puesto que esta reconciliación es únicamente posible en Cristo, en la raíz de la división y la fragmentación, subyace un asunto espiritual, el cual sólo puede comenzar a ser rectificado en la cruz de Cristo.
El verdadero ingrediente que nos lleva a la unidad es la presencia de Dios, y primero debemos poner en orden nuestra relación con Él, antes que podamos hacer lo mismo con los demás. Si lo vemos como un triángulo y en el vértice superior, está Dios, y en los vértices opuestos a cada lado; tal vez un judío en un lado y un gentil en el otro, o un esposo en un lado y una esposa en el otro, es en la medida que nos acercamos más a Dios, que terminamos por acercarnos más el uno al otro. Por eso es que Pablo trae todo de vuelta a la cruz de Cristo. Cuando se forman divisiones y emergen barreras, es acerca de propia justicia, pero al venir a la cruz de Cristo, todo es acerca de humildad y unidad en Él.
Vive la Verdad
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