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Mostrando entradas de mayo, 2016

PERSONAS DIFÍCILES

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Si existiera una lista de los diez enemigos más virulentos contra el gozo, el conflicto con algunas personas obtendría, sin lugar a dudas, uno de los primeros lugares. Las relaciones desafortunadas en el trabajo, con la familia y con el vecindario contribuyen significativamente a nuestra infelicidad. Aunque tratar con las personas que nos roban el gozo es bastante difícil, dominar nuestros pensamientos sobre ellas es aún más complicado. A veces el conflicto es tan severo que nuestra vida se empantana en un estado de ira perpetuo. Nos vemos forzados a vivir en medio de estas personas, aguantamos más de lo que podemos, y llega un momento en el cual ya no sabemos qué hacer. Mis años iniciales en el trabajo me colocaron en una situación tan difícil que tenía que depender permanentemente de la ayuda de Dios para poder manejar mis emociones. La tensión era muy grande y uno de mis empleados me golpeó durante una reunión de adoración. La mitad de los miembros se fue a causa de distintos des...

Tengo paz

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“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:7 Cuando descansamos en Jesús, la paz de Dios regirá nuestros corazones, y encontraremos en Cristo, la fuente inagotable de poder y fortaleza para afrontar cualquier dificultad.

Perdonados y limpios

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“Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.” – 1 Juan 1:9 Cuando el Espíritu de Dios viene a hacer Su obra en nuestra vida, nuestra conciencia es renovada, y tenemos el poder de empezar de nuevo.

¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!

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“Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!” 2 Corintios 5:17  ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo! Nuestras prioridades ya no se encuentran en las cosas de este mundo o en nuestros propios programas, sino en las cosas de Dios y Su plan.  Somos una nueva creación en Cristo, en la medida que somos habitados por la vida de Cristo.