En alguna oportunidad pude leer la siguiente frase:
“EL TEMOR ES INCREDULIDAD DISFRAZADA”
Princesa, realmente el miedo nos lleva a dudar, nos
lleva a la incredulidad. Si los dardos de temor que lanza el enemigo en nuestra
contra logran penetrar nuestra mente y corazón, ese temor multiplicará las dudas y esto nos llevará a una vida de incredulidad.
En fin, EL TEMOR TE LLEVA A LA DUDA, Y LA DUDA TE
LLEVA A LA INCREDULIDAD.
Esta incredulidad te aleja de las Promesas de Dios.
Recordemos cuando los israelitas salieron de Egipto, ellos
levantaron un campamento en pleno
desierto, desde donde podía divisar las colinas de la Tierra Prometida. Moisés reunió
al pueblo y le dijo:¡Hemos llegado a la tierra que el Señor nuestro Dios nos
había prometido, por lo tanto, tomen posesión de ella como lo ordenó el Señor!
¡No tengan miedo! Y envió a 12 espías a explorar el territorio que el Señor les
había prometido.
Luego de explorar el territorio durante cuarenta días,
volvieron con el reporte detallado de todo la que habían visto: Nos adentramos
en el territorio que nos señalaste, y es cierto, la tierra es muy rica, donde
abundan la leche y la miel, como el Señor nos prometió! ¡Pero
los que la habitan son poderosos, y las fortificaciones de las ciudades son
enormes! ¡Y como si fuera poco… allí vive una feroz raza de gigantes que sobrepasan
los tres metros! Oh si! Un reporte desalentador, lleno de duda, de
incredulidad. Y justo es ese momento se escuchó la voz de un valiente, Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés,
y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros
que ellos. Este fue el corto discurso de un hombre libre de temores. Bueno, el
final lo sabemos, Caleb no solo entraría a la Tierra Prometida; él seguiría
siendo fortalecido por la fe aún en su edad avanzada.
Princesa, si tú no crees que puedes tomar la tierra
que Dios te ha prometido, si no crees que puedes ganar la batalla que
actualmente estás enfrentando, lamentablemente así será.
El Señor le había dicho a Su pueblo que la tierra era
de ellos, pero ellos dudaron, murmuraron, se rindieron antes de tiempo, y no
entraron.
Amada, cuando Dios te da una promesa, la cumple; debes
tener fe y valor. Recuerda que quien se rinde justo antes de la batalla, nunca
llega a gozar de los frutos de la victoria.
Muchas mujeres han desertado, se han rendido justo cuando Dios estaba a punto
de darles la corona de vencedoras. Dejaron que el temor socavara su fe y
permitieron a la incredulidad tomar territorio en sus mentes.
Princesa, no tengas miedo, no pierdas tu recompensa
rindiéndote antes de comenzar la batalla. Porque en Cristo tenemos la Victoria
garantizada.
(porque por fe andamos, no por vista); 2
Corintios 5:7
Soy
una Princesa Guerrera
♔ Diana J. Hernández J.♔
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