“…yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego” (Apocalipsis 3:18).

El oro refinado es suave y maleable, está libre de corrosión y de otras sustancias. Cuando el oro está mezclado con otros metales (cobre, hierro, níquel, etc.). se vuelve duro, menos maleable, y más corrosivo. Esta mezcla se llama “aleación”. Cuanto mayor es el porcentaje de metales extraños, más duro es el oro. Por el contrario, cuanto menor es el porcentaje de aleación, más suave y maleable es el oro. Inmediatamente vemos el paralelo: un corazón puro es como el oro puro (suave, maleable, manejable). Hebreos 3:13 dice que los corazones son endurecidos por el engaño del pecado. Son como sustancias agregadas que endurecen nuestros corazones de la misma manera que una aleación endurece el oro. Ello reduce o quita por completo la imagen de Dios en nosotros, produciendo una pérdida de la sensibilidad. Nuestra capacidad de escuchar la voz Dios se ve obstruida. Nuestra agudeza visual espiritual disminuye. Es un escenario perfecto para el engaño. El primer paso para refinar el oro es molerlo hasta hacerlo polvo y mezclarlo con una sustancia llamada fundente. Luego, la mezcla se coloca en un horno donde se derrite a fuego intenso. Las aleaciones e impurezas son captadas por el fundente y suben a la superficie. El oro, más pesado, permanece en el fondo. Entonces se quitan las impurezas, o escorias (es decir, el cobre, hierro o zinc, combinado con el fundente) con lo cual el metal precioso queda puro. Observemos lo que dice Dios: “He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción” (Isaías 48:10). También dijo: “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,…” (1 Pedro 1:6-7). Dios nos purifica o refina con aflicciones, pruebas y tribulaciones, cuyo calor aparta impurezas tales como la falta de perdón, la contienda, la amargura, el enojo, la envidia, y otras similares, del carácter de Dios en nuestras vidas. El pecado se esconde fácilmente cuando no está al calor de las pruebas y las aflicciones. En tiempos de prosperidad y éxito, aun un hombre malvado parece amable y generoso. Pero bajo el fuego de las pruebas, las impurezas salen a la superficie. Hubo un tiempo en mi vida en que pasé por pruebas intensas, como nunca antes había enfrentado. Me volví rudo y cortante con las personas que más cerca de mí estaban. Mi familia y mis amigos comenzaron a evitarme. Entonces clamé a Dios: “¿De dónde sale toda esta ira? ¡No estaba aquí antes!” El Señor me respondió: “Hijo, es cuando el oro se derrite que brotan las impurezas”. Entonces me formuló una pregunta que cambió mi vida. “¿Puedes ver las impurezas en el oro antes de que sea puesto al fuego?” “No”, respondí. “Pero eso no significa que no estén allí”, dijo él. “Cuando te tocó el fuego de las pruebas, estas impurezas salieron a la superficie. Aunque estaban ocultas para ti, siempre fueron visibles para mí. Ahora tienes que tomar una decisión que afectará tu futuro. Puedes continuar enfadado, culpando a tu esposa, tus amigos, tu pastor y todas las personas con las que trabajas, o puedes reconocer la escoria de este pecado como lo que es y arrepentirte, recibir el perdón y tomar mi cucharón para quitar todas esas impurezas de tu vida”. Jesús dijo que nuestra capacidad para ver correctamente es otro elemento clave para ser liberados del engaño. Muchas veces, cuando nos ofenden, nos vemos como víctimas y culpamos a los que nos han herido. Justificamos nuestra ira, nuestra falta de perdón, el enojo, la envidia y el resentimiento que surgen. Algunas veces hasta nos resentimos con quienes nos recuerdan a otras personas que nos han herido. Por esta razón, Jesús aconsejó a la iglesia: “unge tus ojos con colirio, para que veas” (Apocalipsis 3:18). ¿Ver qué? ¡Ver cuál es nuestro verdadero estado! Esa es la única forma en que podemos ser celosos y arrepentirnos, como Jesús ordena a continuación. Nos arrepentimos sólo cuando dejamos de culpar a los demás. Cuando culpamos a los demás defendemos nuestra posición, estamos ciegos. Luchamos por quitar la paja del ojo de nuestro hermano mientras tenemos una viga en nuestro ojo. La revelación de la verdad es la que nos trae libertad. Cuando el Espíritu de Dios nos muestra nuestro pecado, siempre lo hace en una forma que parece separada de nosotros. De esta manera nos trae convicción, no condenación. Mi oración es que la Palabra de Dios alumbre los ojos de su entendimiento para que pueda ver cuál es su verdadero estado y sea libre de cualquier ofensa que esté guardando en su interior. No deje que el orgullo le impida ver y arrepentirse. Estracto del libro: La trampa de Satanás, de John Bevere.

16 comentarios:

Unknown dijo...

Muchas gracias por esta meditación,ha sido de bendición a mi vida!!

Unknown dijo...

Muchas gracias asi haga DIOS en mi y me ayude a salir victorioso

Alex y Genith Pérez / Pastores dijo...

Gracias

Unknown dijo...

Gloria a Dios, esta palabra me ayudo a revelar respuesta que le he pedido al Senor. Debido a. las afliciones que he estado enfrentando y que genero mi continuo reclamo a Dios por no sentir su ayuda. El siempre responde
Gracias senor por tu misericordia y amor. Apocalipsis 3:19

Unknown dijo...

Gracias.x ayudarnos con el conocimiento q es maravilloso y d grandes para el reino d los cielos dafo x el poderoso espiritu santo.

Unknown dijo...

Gracias <3

Unknown dijo...

Gracias señor Jesús por permitirme encontrar esta palabra revelada Am vida por medio de quien la publicó. Dios le bendiga. Gracias!

Unknown dijo...

Muy buena esta enseñanza. La voy compartir con mis compañeros de fe

Unknown dijo...

Gracias por la enseñanza Dios los bendiga mucho

Unknown dijo...

Gracias me has dado un claro entendimiento que Dios te bendiga

Unknown dijo...

Gracias, estoy pasando aflicciones intensas y desconcertantes. En mi íntima comunión con el Señor le declaré que sus propósitos me son íntimamente adversos. Y me respondió con Apocalipsis 3: 17-18
Me ha traído claridad por tu mensaje. Gracias al Señor y a su Cuerpo

Unknown dijo...

Gracias por compartir, hace tiempo suena en mi mente estas palabras, te invito a comprar de mi oro refinado, esto me llevo a escudriñar la palabra dando la revelación aún más confirmada por tu testimonio y el estudio que aquí nos.has compartido JAW

Unknown dijo...

Poderoso...ayer una hermana en Cristo me dijo que tuvo un sueño conmigo..soy de Venezuela y estoy en Chicago..tengo un año aca y Dios en el sueño me hablaba y me mando a comprar de el oro refinado

Unknown dijo...

Estoy en pruebas muy difícil pero en un momento me enoje y tire cosas al suelo rompiéndola me arrepiento por q en mi está la ira todavía

Nata dijo...

Gracias... Quiero ser oro refinado para mi Señor♥️

Pablo dijo...

Gracias por esta referencia Dios me hablo mientras estaba leyendo Apocalipsis 3. llegue a tu blog. Dios siga poniendo claridad en tu vida. Saludos.

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